Ricardo Andrés Henao Zapata in memoriam
Ricardo tenía dos aficiones: capturar los bellos paisajes que la naturaleza nos regala en ocasiones y el mar.
Ricardo era regatista. Aún recuerdo como si fuera ayer sus primeros pasos en el velero Jabato, un Brenta 24, propiedad de su gran amigo Manu. Nunca se cansaba de navegar. Sentir el viento en la cara le hacía sentirse libre y era su “válvula de escape” de la fastidiosa cotidianidad.
![[Img #27733]](upload/img/periodico/img_27733.jpg)
La muerte sobrevenida a los 35 años, muestra ese lado oscuro del destino caprichoso, que nos arranca de nuestro lado a las personas queridas. En esta ocasión el velero elegido no tiene billete de vuelta, pero estoy seguro que allá donde esté, sentirá esa brisa mediterránea que tanto le fascinaba y quiero creer que seguirá mandándome esas fotografías de los paisajes de nuestra comarca, ocupando, eso sí, la posición habitual del piano en el barco, pues nadie como él para izar las velas.
Estos últimos meses, Richi me hacía compañía en las largas caminatas que en ocasiones realizo por el término de Teulada. Hablábamos del pasado, del presente y del futuro, de nuestros errores y nuestros aciertos, pero sobre todo aprovechábamos el momento para reírnos de nosotros mismos. Siempre tenía una sonrisa para cada momento.
No es fácil pensar que ya no está. Tampoco quiero hacerlo. Ricardo continuará formando parte de mi vida.
Ricardo Andrés Henao Zapata, descansa en paz.
Ricardo era regatista. Aún recuerdo como si fuera ayer sus primeros pasos en el velero Jabato, un Brenta 24, propiedad de su gran amigo Manu. Nunca se cansaba de navegar. Sentir el viento en la cara le hacía sentirse libre y era su “válvula de escape” de la fastidiosa cotidianidad.
La muerte sobrevenida a los 35 años, muestra ese lado oscuro del destino caprichoso, que nos arranca de nuestro lado a las personas queridas. En esta ocasión el velero elegido no tiene billete de vuelta, pero estoy seguro que allá donde esté, sentirá esa brisa mediterránea que tanto le fascinaba y quiero creer que seguirá mandándome esas fotografías de los paisajes de nuestra comarca, ocupando, eso sí, la posición habitual del piano en el barco, pues nadie como él para izar las velas.
Estos últimos meses, Richi me hacía compañía en las largas caminatas que en ocasiones realizo por el término de Teulada. Hablábamos del pasado, del presente y del futuro, de nuestros errores y nuestros aciertos, pero sobre todo aprovechábamos el momento para reírnos de nosotros mismos. Siempre tenía una sonrisa para cada momento.
No es fácil pensar que ya no está. Tampoco quiero hacerlo. Ricardo continuará formando parte de mi vida.
Ricardo Andrés Henao Zapata, descansa en paz.
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