El éxodo silencioso de los marginados
Me levanto desde hace varios días desayunándome en los periódicos en las televisiones, en las radios, en las redes sociales... la tragedia del éxodo sirio.
Me afecta y me preocupa todo esto que sucede tan lejos y a la vez tan cerca. Las imágenes que nos golpean, cada cual más atroz, nos dibujan las miserias que día a día se suceden en una guerra donde los inocentes se convierten víctimas.
Nada debe compararse con una guerra y sus víctimas, pero hay ciertos momentos que la solidaridad exacerbada que los políticos y parte de la ciudadanía está mostrando estos días me produce cierta repulsa y me plantea cuestiones que no me puedo responder.
¿Dónde está la solidaridad con las personas que día a día, desde hace años, duermen en nuestras calles, comiendo lo que encuentran, sin luz, sin agua, sin las necesidades más básicas?
Desahuciados, humillados, desatendidos, arrinconados, desgraciados, apartados y rechazados de la sociedad, de nuestra sociedad. Desgraciadamente son muchos, más de los que podríamos imaginarnos, los que forman parte de esta lista.
No soy nadie para juzgar que una persona acoja a un refugiado sirio, al contrario defiendo y aplaudo ese gesto valiente. Somos personas y todos en la medida de nuestras posibilidades, debiéramos ayudar a los más necesitados.
Pero por lo mismo, permítanme que la capacidad de raciocinio del ser humano, me haga cuestionarme -en voz alta- por qué ahora sí, países, ciudades y pueblos, se lanza en una ayuda frenética para paliar la desgracia del éxodo sirio...siendo estos mismos países, ciudades y pueblos, los que apenas si hacen algo por sus propios congéneres que desde hace años viven en el éxodo silencioso de la marginación.
¿Acogerías a un refugiado? Esta pregunta o alguna similar, se encuentra en estos momentos en el muro de tu Facebook. Quizás, tan solo quizás, la pregunta debiera de ser otra.
Vicente Bolufer
Me afecta y me preocupa todo esto que sucede tan lejos y a la vez tan cerca. Las imágenes que nos golpean, cada cual más atroz, nos dibujan las miserias que día a día se suceden en una guerra donde los inocentes se convierten víctimas.
Nada debe compararse con una guerra y sus víctimas, pero hay ciertos momentos que la solidaridad exacerbada que los políticos y parte de la ciudadanía está mostrando estos días me produce cierta repulsa y me plantea cuestiones que no me puedo responder.
¿Dónde está la solidaridad con las personas que día a día, desde hace años, duermen en nuestras calles, comiendo lo que encuentran, sin luz, sin agua, sin las necesidades más básicas?
Desahuciados, humillados, desatendidos, arrinconados, desgraciados, apartados y rechazados de la sociedad, de nuestra sociedad. Desgraciadamente son muchos, más de los que podríamos imaginarnos, los que forman parte de esta lista.
No soy nadie para juzgar que una persona acoja a un refugiado sirio, al contrario defiendo y aplaudo ese gesto valiente. Somos personas y todos en la medida de nuestras posibilidades, debiéramos ayudar a los más necesitados.
Pero por lo mismo, permítanme que la capacidad de raciocinio del ser humano, me haga cuestionarme -en voz alta- por qué ahora sí, países, ciudades y pueblos, se lanza en una ayuda frenética para paliar la desgracia del éxodo sirio...siendo estos mismos países, ciudades y pueblos, los que apenas si hacen algo por sus propios congéneres que desde hace años viven en el éxodo silencioso de la marginación.
¿Acogerías a un refugiado? Esta pregunta o alguna similar, se encuentra en estos momentos en el muro de tu Facebook. Quizás, tan solo quizás, la pregunta debiera de ser otra.
Vicente Bolufer
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