Opinión Ciudadana
Economía colaborativa
Con la globalización, han aflorado nuevas formas de operar y contratar servicios a través de portales y dominios online en todos los ámbitos: desde la compra de un libro o un ordenador hasta la contratación de un viaje o la reserva de un hotel.
Al mismo tiempo, aparece un nuevo modelo económico con su forma de ultimar y contratar especialmente lo concerniente a servicios llamado presuntuosamente “economía colaborativa”. Nadie sabe exactamente en que consiste ni que normas rigen esta definición. Se inventa una denominación para una actividad comercial tan antigua como la humanidad, no aporta nada nuevo a algo de uso común llamado claramente trueque.
En el sector del turismo, desde sus inicios en el siglo XVII, se aplicaba la hoy llamada “economía colaborativa” que consistía en: “usted me presta su casa durante una semana y yo le doy 100 ducados”. Esto es la base fundamental de la economía colaborativa tan de moda en cualquier foro sobre turismo, especialmente, desde la aparición de plataformas digitales como Airbnb, Homeaway, etc. dominios que operan desde San Francisco (USA) como Airbnb y más cercanos como Mifavoritodevacaciones desde Alemania. Al consultar la página web de esta última plataforma se constata la ausencia de domicilio social, facilitan como contacto un número de teléfono y un nombre de persona. Dispone de unidades vacacionales en todo el litoral y también en Moraira, entre ellas la casa Armonía en Pla del Mar.
Hasta aquí todo perfecto salvo detalles que las agencias legalmente registradas están obligadas a cumplir y que las plataformas digitales de servicios omiten descaradamente al actuar dentro de un ámbito alegal. En la mayoría de los casos, las ofertas en alquileres turísticos de estos dominios incumplen la normativa vigente en base al Decreto 92/2009 revisado en 2015 de la Generalitat Valenciana; la contratación se realiza online; los cobros y pagos en bancos situados fuera de nuestras fronteras; cobran cantidades exageradas como 120 €uros para la limpieza de una casa de 3 dormitorios, 20 €uros por entregar las llaves el día de llegada (ninguna agencia registrada cobra por este servicio), a 0,25 €euros el KW eléctrico (el precio real en Iberdrola es de 0,13 €uros), el metro cúbico de agua a más de 2 €uros, etc. En definitiva, abusan legalmente de sus clientes, lo que redunda en efectos en cascada negativos para cualquier destino turístico.
Para no alargar este escrito, señalar que Teulada-Moraira dispone de una oferta de alojamiento vacacional registrada de unas 800 unidades de alquiler sobre un potencial de 11.233 unidades (Iribas, 2010) de las cuales 4.500 unidades se ofertan vía plataformas digitales eludiendo sus obligaciones fiscales y al mismo tiempo beneficiándose de todos y cada uno de los servicios municipales.
A quien corresponda, debe tomar las oportunas medidas necesarias para actualizar, revisar y regular este potencial económico local. Lo que defraudan fiscalmente las unidades no regladas lo aportamos los demás ciudadanos.
Alejandro Llobell Dalmau
Al mismo tiempo, aparece un nuevo modelo económico con su forma de ultimar y contratar especialmente lo concerniente a servicios llamado presuntuosamente “economía colaborativa”. Nadie sabe exactamente en que consiste ni que normas rigen esta definición. Se inventa una denominación para una actividad comercial tan antigua como la humanidad, no aporta nada nuevo a algo de uso común llamado claramente trueque.
En el sector del turismo, desde sus inicios en el siglo XVII, se aplicaba la hoy llamada “economía colaborativa” que consistía en: “usted me presta su casa durante una semana y yo le doy 100 ducados”. Esto es la base fundamental de la economía colaborativa tan de moda en cualquier foro sobre turismo, especialmente, desde la aparición de plataformas digitales como Airbnb, Homeaway, etc. dominios que operan desde San Francisco (USA) como Airbnb y más cercanos como Mifavoritodevacaciones desde Alemania. Al consultar la página web de esta última plataforma se constata la ausencia de domicilio social, facilitan como contacto un número de teléfono y un nombre de persona. Dispone de unidades vacacionales en todo el litoral y también en Moraira, entre ellas la casa Armonía en Pla del Mar.
Hasta aquí todo perfecto salvo detalles que las agencias legalmente registradas están obligadas a cumplir y que las plataformas digitales de servicios omiten descaradamente al actuar dentro de un ámbito alegal. En la mayoría de los casos, las ofertas en alquileres turísticos de estos dominios incumplen la normativa vigente en base al Decreto 92/2009 revisado en 2015 de la Generalitat Valenciana; la contratación se realiza online; los cobros y pagos en bancos situados fuera de nuestras fronteras; cobran cantidades exageradas como 120 €uros para la limpieza de una casa de 3 dormitorios, 20 €uros por entregar las llaves el día de llegada (ninguna agencia registrada cobra por este servicio), a 0,25 €euros el KW eléctrico (el precio real en Iberdrola es de 0,13 €uros), el metro cúbico de agua a más de 2 €uros, etc. En definitiva, abusan legalmente de sus clientes, lo que redunda en efectos en cascada negativos para cualquier destino turístico.
Para no alargar este escrito, señalar que Teulada-Moraira dispone de una oferta de alojamiento vacacional registrada de unas 800 unidades de alquiler sobre un potencial de 11.233 unidades (Iribas, 2010) de las cuales 4.500 unidades se ofertan vía plataformas digitales eludiendo sus obligaciones fiscales y al mismo tiempo beneficiándose de todos y cada uno de los servicios municipales.
A quien corresponda, debe tomar las oportunas medidas necesarias para actualizar, revisar y regular este potencial económico local. Lo que defraudan fiscalmente las unidades no regladas lo aportamos los demás ciudadanos.
Alejandro Llobell Dalmau
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