Movimiento Red
Nadia Antón Raeymaekers
Recuerdo cada día aquello que me repetía mi padre con tanto ímpetu: Nadia, en la vida todo es política, y yo quería creer que no era así. Cada mañana sonrío al recordar cuánta razón tenía. No es que todo sea política, es que todo aquello que tocamos y vislumbramos está regido por ella. ¿Seríamos libres con una política nefasta?, ¿lo somos? La respuesta es translúcida.
Todo es política, qué afirmación más curiosa... ¿Son política las decisiones que tomamos?, ¿lo son los besos que regalamos, los abrazos que no nos atrevimos a dar? Tal vez. Con las políticas dictatoriales, los besos no estaban permitidos, las manos agarradas por las calles eran penadas injustamente y alzar la voz era un “pecado mortal”. ¿Son política todos los abandonos universitarios porque ni siquiera con dos sueldos familiares se puede cubrir el precio de una matrícula?, ¿lo son todos los hombres y mujeres, niños y niñas, ancianos y ancianas rebuscando en la basura un trozo de pan que llevarse a la boca? Más que política, son el olvido de la propia. Pero, ¿qué pasa cuando la política se convierte en prisionera de manos sucias, temblorosas y perversas? Que todo, absolutamente todo, deja de ser política y se convierte en miseria. Las voces se callan, porque no pueden levantarse sin que se les maltrate; la lucha se esconde, porque no puede pasearse a plena luz del día; las ganas de vivir se desestabilizan, porque aquellos que tienen nombre y apellidos (pero nunca pisan los juzgados) se encargan de deshumanizarlos.
Las calles son escombros de recuerdos, la libertad flojea por las barandillas de un abismo, las urnas se llenan con votos en sobre, y los bolsillos con sobres en negro. Y alguien, allá lejos, en medio de la nada, un nadie, una llamita de fuego (como dijo don Eduardo Galeano) se enciende, se cansa de no tener nombre, se harta de votar sin votar, y estalla y prende a cuantos se van acercando. Y la lucha se despierta, las voces se desperezan y el fuego se vuelve a colocar en las pupilas de los hartos, los cansados, los que ya no admiten no poder llegar a final de mes. Y la política, recobrada la conciencia de existencia por y para el pueblo (y no para los que tienen nombre y apellido pero jamás pisan los juzgados) se rebela.
Y, de nuevo, todo vuelve a ser política. Los abrazos, los besos, los votos, la lucha, el trabajo. La política se despierta, y nosotros nos levantamos del sueño. Y pensamos que todo puede volver a ser política: y sabemos que eso está en nuestras manos, por ese motivo he decidido implicarme directamente en la política y poner a su disposición desde este partido de reciente creación, Renovación Democrática Ciudadana (MovimientoRED), ahora Ud. sabe que también puede contar conmigo.
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Nadia Antón Raeymaekers
Número 11 en las lista de la cadidatura de Renovación Democrática Ciudadana, Movimiento Red
Todo es política, qué afirmación más curiosa... ¿Son política las decisiones que tomamos?, ¿lo son los besos que regalamos, los abrazos que no nos atrevimos a dar? Tal vez. Con las políticas dictatoriales, los besos no estaban permitidos, las manos agarradas por las calles eran penadas injustamente y alzar la voz era un “pecado mortal”. ¿Son política todos los abandonos universitarios porque ni siquiera con dos sueldos familiares se puede cubrir el precio de una matrícula?, ¿lo son todos los hombres y mujeres, niños y niñas, ancianos y ancianas rebuscando en la basura un trozo de pan que llevarse a la boca? Más que política, son el olvido de la propia. Pero, ¿qué pasa cuando la política se convierte en prisionera de manos sucias, temblorosas y perversas? Que todo, absolutamente todo, deja de ser política y se convierte en miseria. Las voces se callan, porque no pueden levantarse sin que se les maltrate; la lucha se esconde, porque no puede pasearse a plena luz del día; las ganas de vivir se desestabilizan, porque aquellos que tienen nombre y apellidos (pero nunca pisan los juzgados) se encargan de deshumanizarlos.
Las calles son escombros de recuerdos, la libertad flojea por las barandillas de un abismo, las urnas se llenan con votos en sobre, y los bolsillos con sobres en negro. Y alguien, allá lejos, en medio de la nada, un nadie, una llamita de fuego (como dijo don Eduardo Galeano) se enciende, se cansa de no tener nombre, se harta de votar sin votar, y estalla y prende a cuantos se van acercando. Y la lucha se despierta, las voces se desperezan y el fuego se vuelve a colocar en las pupilas de los hartos, los cansados, los que ya no admiten no poder llegar a final de mes. Y la política, recobrada la conciencia de existencia por y para el pueblo (y no para los que tienen nombre y apellido pero jamás pisan los juzgados) se rebela.
Y, de nuevo, todo vuelve a ser política. Los abrazos, los besos, los votos, la lucha, el trabajo. La política se despierta, y nosotros nos levantamos del sueño. Y pensamos que todo puede volver a ser política: y sabemos que eso está en nuestras manos, por ese motivo he decidido implicarme directamente en la política y poner a su disposición desde este partido de reciente creación, Renovación Democrática Ciudadana (MovimientoRED), ahora Ud. sabe que también puede contar conmigo.
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Nadia Antón Raeymaekers
Número 11 en las lista de la cadidatura de Renovación Democrática Ciudadana, Movimiento Red
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