Al paso de las altas bellezas

AL PASO DE LAS ALTAS BELLEZAS

Así quedó la arena.

Lo he visto esta mañana, al pasar, con el primer sol.

Del paso de las Majestades de la Hierba ha quedado esta huella en la arena.

En la arena de la burla.

De la ceguera.

Teulada, del no saber ver la Vida.

Llamáis del campo a la vida. Son de la más pura inocencia los toros, yo sé que lo sabéis, esos niños que llegan temblosos, príncipes de un mundo puro coronados de asta y amapola. De pronto lejos del viento que hace ver como llama alegre a lo lejos las montañas azulosas, ya no los amarillos mantos bajo sus pies sino una arena y multitudes a ambos lados de su estupor. Que pronto se convierte en miedo horrible, cuando los hacéis correr, huir, avanzar hacia vosotros sin entender.

Toro de los altos montes de Teulada; sintiendo el viento, es viento. Mirando el firmamento es el firmamento. Cuando anda por las laderas no se distingue de ellas porque cada porción de la vida es y siempre será la Vida, tú lo eres, yo lo soy, hermana, hermano.

Y corréis a su lado como si fueran roperos inanes, tumbas, barcas sin nadie.

No lo haríais con niños.

No lo haríais con una mujer perdida que hubierais criado secuestrada entre cercados verdes.

Teulada cada año escupe a la vida.

Teulada cada año pisotea a la vida.

Este pueblo y mis hermanos cada primavera se burlan de todos los poemas. Escupís en la madre. En papá. En el río.

Esto no es un poema, aquí está hablando cada uno que lee. Si no crees que eres quien escribe esto, es que has olvidado por completo nuestra verdadera esencia.

Teulada, Teulada.

Por toda España se humilla y asesina al toro en fiestas populares. No es peor ese pueblo llamado Tordesillas, o Algemesí, por usar lanzas, por matar en la misma calle solar al acosado. También se lesiona y mata con el insulto y el desprecio. Son infinidad de casos los de pueblos donde toros han muerto de infarto nada más salir del camión o se han partido las astas golpeando empujados por el horror los barrotes de hierro o los firmes maderos tras los que se ocultan los que se dicen valientes.

Lo sabéis, claro que lo sabéis, que el maltrato psíquico es tan grave como el psíquico. Así se sostiene en la psicología humana y vale igual para el resto de los animales.

Un año irrumpí entre vosotros, muchos lo recordaréis, mientras cometíais este hostigamiento a los inocentes, y grité por ellos, por esos toros desorientados y de ojos tristísimos que con tanta risa perseguíais. Os hablé de vergüenza, que no la tiene quien hace esto. De maltrato, que lo perpetra quien permite y participa en estos actos perversos. Un vecino pidió que no se me concediera, por mi acto de haber hecho de pacífico intérprete de los toros, más entrevistas. Dijo: Vino a provocarnos.

Qué incierto. Me metí entre la tribu para decir lo que diría el toro verde digno si le dejarais hablar, si pudiera opinar si quiere o no quiere participar con vosotros en vuestro juego macabro, qué horrendo mensaje para los niños: “mofarse de otros seres en inferioridad de condiciones es divertido”.

Al paso de las más bellas majestades de la primavera sólo os ha quedado una risa insensata de habéroslo pasado bien, sin saber, nada menos, al lado de quién habéis estado.

Todavía huele a flores en Teulada al paso de ellos.

Ángel Padilla