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Viernes, 20 de Diciembre de 2013 Tiempo de lectura:
A contracorriente

¡Que no nos toquen el fútbol!

Hasta un aeropuerto inexistente, como el de Castellón, ha estado financiando al Villarreal CF por hacerle publicidad en sus camisetas. Es una manera, tan nefasta como otra cualquiera, de malgastar dinero público.

Es que el fútbol, principal alimento anímico de nuestros espíritus, está por encima de todas las cosas. De ahí que se haya puesto como una pantera el ministro García Margallo al saberse que la UE va a investigar las finanzas de siete clubes españoles.

¿Cómo se atreve Europa a semejante osadía?, parece decir ¿Tan envidiosa está de los éxitos deportivos de nuestro país? ¿O acaso intenta cargarse la marca España?, término reiterado un día sí y otro también por el señor ministro.

Aquí, hasta ahora, a nadie ha parecido preocuparle que los clubes de fútbol españoles deban tranquilamente a Hacienda más de 700 millones de euros. De poco parecen haberles servido, pues, los cuantiosos recursos obtenidos del Estado, en su día, de las quinielas, después, y hasta de los derechos televisivos, en los últimos años, cuando los han derrochado en fichajes cada vez más caros, estableciendo el récord mundial con Gareth Bale en 99 millones.

La complacencia pública con nuestro fútbol ha sido absoluta. Hasta hechos demostrados, como la compra de partidos del Hércules CF por su presidente, Enrique Ortiz, han permanecido impunes. Pero también el endeudamiento vertiginoso del Valencia CF (350 millones) y hasta el aval obtenido por parte de la Generalitat y que les costará a los ciudadanos 86 millones. Incluso, la alcaldesa Rita Barberá clama para que Bankia prorrogue ese crédito a todas luces insostenible. ¿O es que acaso ella ha hecho lo mismo con alguna familia objeto de desahucio por los bancos?

El fútbol, claro, debe ser más importante que esas otras minucias. Por eso se renuevan los estadios a golpe de especulación, como tras el Athletic de Bilbao pretende hacer ahora el Barça con el argumento de que el Camp Nou tiene ya 57 años. ¿No es mucho más vieja la catedral de Burgos y a nadie se le ocurre construir otra nueva al lado de la antigua?

Esta sobredimensión del fútbol, por supuesto, también acontece en otros países próximos, con el amaño de resultados incluido, pero es que aquí, en medio de una devastadora crisis, los clubes se han llevado millones y millones de dinero público que mejor habría sido utilizarlo en otras necesidades ciudadanas más perentorias.

Aunque solo fuera por eso, hace muy bien la UE en investigarlos. 

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