A contracorriente
¡Que no nos toquen el fútbol!
Hasta un aeropuerto inexistente, como el de Castellón, ha estado
financiando al Villarreal CF por hacerle publicidad en sus camisetas. Es
una manera, tan nefasta como otra cualquiera, de malgastar dinero
público.
Es que el fútbol, principal alimento anímico de nuestros
espíritus, está por encima de todas las cosas. De ahí que se haya
puesto como una pantera el ministro García Margallo al saberse que la UE
va a investigar las finanzas de siete clubes españoles.
¿Cómo se
atreve Europa a semejante osadía?, parece decir ¿Tan envidiosa está de
los éxitos deportivos de nuestro país? ¿O acaso intenta cargarse la
marca España?, término reiterado un día sí y otro también por el señor
ministro.
Aquí, hasta ahora, a nadie ha parecido preocuparle que
los clubes de fútbol españoles deban tranquilamente a Hacienda más de
700 millones de euros. De poco parecen haberles servido, pues, los
cuantiosos recursos obtenidos del Estado, en su día, de las quinielas,
después, y hasta de los derechos televisivos, en los últimos años,
cuando los han derrochado en fichajes cada vez más caros, estableciendo
el récord mundial con Gareth Bale en 99 millones.
La complacencia
pública con nuestro fútbol ha sido absoluta. Hasta hechos demostrados,
como la compra de partidos del Hércules CF por su presidente, Enrique
Ortiz, han permanecido impunes. Pero también el endeudamiento
vertiginoso del Valencia CF (350 millones) y hasta el aval obtenido por
parte de la Generalitat y que les costará a los ciudadanos 86 millones.
Incluso, la alcaldesa Rita Barberá clama para que Bankia prorrogue ese
crédito a todas luces insostenible. ¿O es que acaso ella ha hecho lo
mismo con alguna familia objeto de desahucio por los bancos?
El
fútbol, claro, debe ser más importante que esas otras minucias. Por eso
se renuevan los estadios a golpe de especulación, como tras el Athletic
de Bilbao pretende hacer ahora el Barça con el argumento de que el Camp
Nou tiene ya 57 años. ¿No es mucho más vieja la catedral de Burgos y a
nadie se le ocurre construir otra nueva al lado de la antigua?
Esta
sobredimensión del fútbol, por supuesto, también acontece en otros
países próximos, con el amaño de resultados incluido, pero es que aquí,
en medio de una devastadora crisis, los clubes se han llevado millones y
millones de dinero público que mejor habría sido utilizarlo en otras
necesidades ciudadanas más perentorias.
Aunque solo fuera por eso, hace muy bien la UE en investigarlos.
Hasta un aeropuerto inexistente, como el de Castellón, ha estado
financiando al Villarreal CF por hacerle publicidad en sus camisetas. Es
una manera, tan nefasta como otra cualquiera, de malgastar dinero
público.
Es que el fútbol, principal alimento anímico de nuestros
espíritus, está por encima de todas las cosas. De ahí que se haya
puesto como una pantera el ministro García Margallo al saberse que la UE
va a investigar las finanzas de siete clubes españoles.
¿Cómo se
atreve Europa a semejante osadía?, parece decir ¿Tan envidiosa está de
los éxitos deportivos de nuestro país? ¿O acaso intenta cargarse la
marca España?, término reiterado un día sí y otro también por el señor
ministro.
Aquí, hasta ahora, a nadie ha parecido preocuparle que
los clubes de fútbol españoles deban tranquilamente a Hacienda más de
700 millones de euros. De poco parecen haberles servido, pues, los
cuantiosos recursos obtenidos del Estado, en su día, de las quinielas,
después, y hasta de los derechos televisivos, en los últimos años,
cuando los han derrochado en fichajes cada vez más caros, estableciendo
el récord mundial con Gareth Bale en 99 millones.
La complacencia
pública con nuestro fútbol ha sido absoluta. Hasta hechos demostrados,
como la compra de partidos del Hércules CF por su presidente, Enrique
Ortiz, han permanecido impunes. Pero también el endeudamiento
vertiginoso del Valencia CF (350 millones) y hasta el aval obtenido por
parte de la Generalitat y que les costará a los ciudadanos 86 millones.
Incluso, la alcaldesa Rita Barberá clama para que Bankia prorrogue ese
crédito a todas luces insostenible. ¿O es que acaso ella ha hecho lo
mismo con alguna familia objeto de desahucio por los bancos?
El
fútbol, claro, debe ser más importante que esas otras minucias. Por eso
se renuevan los estadios a golpe de especulación, como tras el Athletic
de Bilbao pretende hacer ahora el Barça con el argumento de que el Camp
Nou tiene ya 57 años. ¿No es mucho más vieja la catedral de Burgos y a
nadie se le ocurre construir otra nueva al lado de la antigua?
Esta
sobredimensión del fútbol, por supuesto, también acontece en otros
países próximos, con el amaño de resultados incluido, pero es que aquí,
en medio de una devastadora crisis, los clubes se han llevado millones y
millones de dinero público que mejor habría sido utilizarlo en otras
necesidades ciudadanas más perentorias.
Aunque solo fuera por eso, hace muy bien la UE en investigarlos.

























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