La nación, tal y como yo la veo
Las naciones han ido surgiendo de forma inevitable a causa de las
necesidades coyunturales. En su origen fueron tribus, que se fueron
engrandeciendo. Dicho en términos generales y por abreviar. El principio
de todo es el carácter gregario del ser humano.
Las naciones
llegaron a su realidad actual a través de los procesos propios de cada
tiempo. Hay que considerar también que la configuración geográfica y las
condiciones climáticas de cada sitio influyen en la forma de vida y el
carácter de quienes viven en él. Pero esas condiciones son propias de
los lugares y aunque afecten a las personas son ajenas a ellas. Las
personas se adaptan a un sitio o a otro, pero eso no debería incidir en
su personalidad.
No obstante, los gobiernos de las naciones, a
veces en pro de interés general y otras en el propio han fomentado el
sentimiento de pertenencia a una nación. Cuando se trata de defender
unos ideales justos, puede ser un afán recomendable. Si de lo que se
trata es de estar en contra de la esclavitud, o de la igualdad de la
mujer, pongamos por caso, está bien decir: en esta nación no caben estas
barbaridades. Pero cuando se trata de fomentar los instintos egoístas
está muy feo.
En cualquier caso, la humanidad ha llegado al punto
en el que el concepto nación es un obstáculo para el desarrollo. Ya
vivimos en la aldea global. El dinero no tiene fronteras y las
multinacionales se instalan en donde más les conviene. Los gobiernos no
pueden imponer su ley, porque a la mínima el dinero huye. Pero para
poder quitar una frontera los modos de vida a ambos lados de la misma
han de ser parecidos. Los salarios han de ser similares, los valores
deben ser homologables, etc. Cuando existe la posibilidad de quitar una
frontera sin que el hecho no resulte traumático ni peligroso para nadie,
debe quitarse.
Pero hay algo que frena este proceso natural. El
acto de quitar fronteras es propio de la madurez. Y la madurez no es
general en nuestro mundo. Abundan los que embarcados en el concepto de
la patria, encuentran justificación en él para sus vidas particulares.
Las naciones han ido surgiendo de forma inevitable a causa de las
necesidades coyunturales. En su origen fueron tribus, que se fueron
engrandeciendo. Dicho en términos generales y por abreviar. El principio
de todo es el carácter gregario del ser humano.
Las naciones
llegaron a su realidad actual a través de los procesos propios de cada
tiempo. Hay que considerar también que la configuración geográfica y las
condiciones climáticas de cada sitio influyen en la forma de vida y el
carácter de quienes viven en él. Pero esas condiciones son propias de
los lugares y aunque afecten a las personas son ajenas a ellas. Las
personas se adaptan a un sitio o a otro, pero eso no debería incidir en
su personalidad.
No obstante, los gobiernos de las naciones, a
veces en pro de interés general y otras en el propio han fomentado el
sentimiento de pertenencia a una nación. Cuando se trata de defender
unos ideales justos, puede ser un afán recomendable. Si de lo que se
trata es de estar en contra de la esclavitud, o de la igualdad de la
mujer, pongamos por caso, está bien decir: en esta nación no caben estas
barbaridades. Pero cuando se trata de fomentar los instintos egoístas
está muy feo.
En cualquier caso, la humanidad ha llegado al punto
en el que el concepto nación es un obstáculo para el desarrollo. Ya
vivimos en la aldea global. El dinero no tiene fronteras y las
multinacionales se instalan en donde más les conviene. Los gobiernos no
pueden imponer su ley, porque a la mínima el dinero huye. Pero para
poder quitar una frontera los modos de vida a ambos lados de la misma
han de ser parecidos. Los salarios han de ser similares, los valores
deben ser homologables, etc. Cuando existe la posibilidad de quitar una
frontera sin que el hecho no resulte traumático ni peligroso para nadie,
debe quitarse.
Pero hay algo que frena este proceso natural. El
acto de quitar fronteras es propio de la madurez. Y la madurez no es
general en nuestro mundo. Abundan los que embarcados en el concepto de
la patria, encuentran justificación en él para sus vidas particulares.

























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