se han llevado miles de millones de euros
Quién devuelve qué
A contracorriente
La presidenta navarra, Yolanda Barcina, y
otros congéneres van a devolver “parte” de las astronómicas dietas
cobradas por la cara en los últimos años como consejeros de Caja
Navarra.
Su acción, claro, no se debe a un tardío y retrospectivo
acto de honradez —o, al menos, de sensatez—, sino a que han sido
pillados con el carrito del helado justo antes de unas elecciones
internas de su partido, UPN, y no está la cosa para perder sus cargos
orgánicos en una época tan dura como ésta.
Aun así, que yo sepa,
ellos son los únicos que han prometido devolver “lo robado” —aunque
siguen considerando “legítima” y hasta “normal” esa apropiación— de toda
la caterva de políticos, paniaguados y gente afín que han venido
aprovechándose de las cajas de ahorros durante las tres últimas décadas.
Calculando
por lo bajo, entre todos los directivos y consejeros colocados en las
cajas por los partidos políticos, directamente o con su consentimiento,
se han llevado miles de millones de euros. Sí, lo han leído bien: miles
de millones que habrían podido paliar el desastre causado por ellos
mismos en las entidades de crédito que presuntamente gestionaban.
Ese
dinero se lo han llevado, además, individuos que en sucesivas
comisiones de investigación han manifestado “no tener los conocimientos
adecuados para el cargo” o que “yo sólo me dedicaba a firmar los papeles
que me ponían delante” o que “en realidad me fiaba del criterio de los
técnicos, que eran quienes sabían del asunto”.
El que no se le
obligue legalmente a toda esa gentuza a devolver lo percibido, mientras
se deja en la calle a trabajadores de las mismas cajas y se expolia a
poseedores de participaciones preferentes y otras deudas es un atraco
con premeditación y alevosía.
A contracorriente
La presidenta navarra, Yolanda Barcina, y
otros congéneres van a devolver “parte” de las astronómicas dietas
cobradas por la cara en los últimos años como consejeros de Caja
Navarra.
Su acción, claro, no se debe a un tardío y retrospectivo
acto de honradez —o, al menos, de sensatez—, sino a que han sido
pillados con el carrito del helado justo antes de unas elecciones
internas de su partido, UPN, y no está la cosa para perder sus cargos
orgánicos en una época tan dura como ésta.
Aun así, que yo sepa,
ellos son los únicos que han prometido devolver “lo robado” —aunque
siguen considerando “legítima” y hasta “normal” esa apropiación— de toda
la caterva de políticos, paniaguados y gente afín que han venido
aprovechándose de las cajas de ahorros durante las tres últimas décadas.
Calculando
por lo bajo, entre todos los directivos y consejeros colocados en las
cajas por los partidos políticos, directamente o con su consentimiento,
se han llevado miles de millones de euros. Sí, lo han leído bien: miles
de millones que habrían podido paliar el desastre causado por ellos
mismos en las entidades de crédito que presuntamente gestionaban.
Ese
dinero se lo han llevado, además, individuos que en sucesivas
comisiones de investigación han manifestado “no tener los conocimientos
adecuados para el cargo” o que “yo sólo me dedicaba a firmar los papeles
que me ponían delante” o que “en realidad me fiaba del criterio de los
técnicos, que eran quienes sabían del asunto”.
El que no se le
obligue legalmente a toda esa gentuza a devolver lo percibido, mientras
se deja en la calle a trabajadores de las mismas cajas y se expolia a
poseedores de participaciones preferentes y otras deudas es un atraco
con premeditación y alevosía.
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