Todo, todo, sale de nuestros impuestos
Un país de mantenidos
A contracorriente
Propone Pérez Rubalcaba que las empresas no
puedan hacer donaciones a los partidos políticos. Ni siquiera con
publicidad, transparencia y rígidas normas de control, que sería lo
correcto. Para él, dicha financiación debe recaer sólo sobre las
espaldas de los sufridos ciudadanos.
Vale ya. Algunos empezamos a
estar hartos de que siempre seamos los mismos quienes financiemos a
todo quisque. Nuestros impuestos no sólo mantienen a sectores económicos
deficitarios, a empresas inviables, a asociaciones estrafalarias,… sino
también a los partidos, a la Iglesia, a los sindicatos, a la patronal…
Todo,
todo, sale de nuestros impuestos: hasta la pervivencia de muchos clubes
de fútbol en bancarrota. Véase, si no, al Gobierno regional de Alberto
Fabra, que prefiere pagar cinco millones de la deuda del Valencia C.F.,
antes que hacerlo a la sanidad y a otras disminuidas prestaciones
sociales.
Es que vivimos en el país de la subvención
generalizada, donde todo el mundo pretende que sean otros —o sea, los
resignados contribuyentes— quienes le mantengan. Eso sucede tanto a
nivel interno como externo, como lo prueba el que la mayor satisfacción
de Mariano Rajoy al volver de la última cumbre de la UE fuese que España
todavía sea perceptora de subsidios comunitarios.
El último
ejemplo de esa mentalidad de vivir de la subvención son los 400 euros
mensuales de ayuda para el desempleo del Plan Prepara. Por supuesto que
los parados tienen derecho a vivir de la manera más digna posible; pero
lo malo es que la Administración sólo sabe subsidiar en lugar de crear
empleo; es decir, poner parches en vez de hallar soluciones.
A contracorriente
Propone Pérez Rubalcaba que las empresas no
puedan hacer donaciones a los partidos políticos. Ni siquiera con
publicidad, transparencia y rígidas normas de control, que sería lo
correcto. Para él, dicha financiación debe recaer sólo sobre las
espaldas de los sufridos ciudadanos.
Vale ya. Algunos empezamos a
estar hartos de que siempre seamos los mismos quienes financiemos a
todo quisque. Nuestros impuestos no sólo mantienen a sectores económicos
deficitarios, a empresas inviables, a asociaciones estrafalarias,… sino
también a los partidos, a la Iglesia, a los sindicatos, a la patronal…
Todo,
todo, sale de nuestros impuestos: hasta la pervivencia de muchos clubes
de fútbol en bancarrota. Véase, si no, al Gobierno regional de Alberto
Fabra, que prefiere pagar cinco millones de la deuda del Valencia C.F.,
antes que hacerlo a la sanidad y a otras disminuidas prestaciones
sociales.
Es que vivimos en el país de la subvención
generalizada, donde todo el mundo pretende que sean otros —o sea, los
resignados contribuyentes— quienes le mantengan. Eso sucede tanto a
nivel interno como externo, como lo prueba el que la mayor satisfacción
de Mariano Rajoy al volver de la última cumbre de la UE fuese que España
todavía sea perceptora de subsidios comunitarios.
El último
ejemplo de esa mentalidad de vivir de la subvención son los 400 euros
mensuales de ayuda para el desempleo del Plan Prepara. Por supuesto que
los parados tienen derecho a vivir de la manera más digna posible; pero
lo malo es que la Administración sólo sabe subsidiar en lugar de crear
empleo; es decir, poner parches en vez de hallar soluciones.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.150