situada en un terreno de unos 11.000 m2 en la partida de Paichí
De la opulencia a la decadencia: Discoteca He-Ho
Hablar
de He-Ho, es hablar de los recuerdos de
una juventud añorada en la que sin darnos cuenta (los jóvenes de aquellos
tiempos) vivíamos una época de opulencia. Y digo sin darnos cuenta porque es
ahora con la crisis que nos ha tocado vivir cuando echando la vista atrás descubrimos lo mucho que teníamos y que el paso del tiempo,
como es el caso de esta discoteca, hoy se nos muestras como el reflejo fiel de donde venimos y a donde hemos llegado.
Los veranos
a finales de los de los años
’80 y principios de los ’90, eran
inimaginables sin que la gente
disfrutara lo mejor de las noches en
He-Ho, aunque también para no faltar a la verdad el recorrido era en aquel
momento mucho más amplio. Acuario, Skorpio, eran otras de las discotecas de
moda de aquella época. Acuario hoy
reconvertida en Blanca, aún aguanta el embate del tiempo y continúa activa más
de 20 años después. Skorpio, por otro
lado, terminó reconvertida en un supermercado.
Pero
volvamos a He-Ho, una discoteca situada en un terreno de unos 11.000 m2 en la
partida de Paichí. El local, estaba vestido con una decoración exquisita para su época y
era visitado por aquel entonces por miles de personas en la temporada estival.
Famosos, menos famosos, jóvenes y menos jóvenes, todos eran bienvenidos. La
música era la que podríamos denominar como la más comercial del momento.
Iluminación, sonido, gente guapa…era sin duda la mejor presentación para cualquiera
de los turistas que visitaban nuestro municipio.
Para
los ciudadanos locales que acudían a He-Ho, era una satisfacción personal el poder conocer
al portero, al camarero etc., para intentar entrar sin pagar como mandaba esa
regla no escrita, en la que los de casa no pagaban y al turista… Eran sin duda
otros tiempos.
Pero no
todo era de color rosa y finalmente las denuncias de los vecinos colindantes a
la discoteca y molestos por el ruido que esta producía por encima de la
normativa legal, hicieron mella en los primeros propietarios, quienes se vieron
abocados al cierre de la misma.
Hoy, 20
años después, ya no hay porteros que te impidan la entrada y de hecho acceder es sumamente fácil, pues su
estado ruinoso donde todo permanece abierto permite que esto se haga sin ninguna dificultad, lo que a su vez, ha terminado por convertir
esto de forma involuntaria en una lugar tenebroso. La vegetación que
cubre toda la construcción a su vez disimula desde fuera el verdadero aspecto
interior. Una vez dentro lo que nos encontramos es tan solo el recuerdo de esa
opulencia reconvertida ahora en decadencia.
Puestos
en contacto con los actuales propietarios estos nos indicaron que "ojala se les
permitiera reactivar la actividad o cualquier otra que diera trabajo y por tanto
generar riqueza a la economía local". La principal dificultad con la que se encuentran
en la actualidad es la negativa, al menos
así lo ponían de manifiesto los propietarios,
a que desde el consistorio se les conceda facilidades en la difícil traba burocrática,
por lo que finalmente han tenido que desistir a realizar allí ninguna
inversión, como la prevista de un centro comercial. Algo que por cierto
estarían dispuestos a sentarse y retomar conversaciones si desde el consistorio
tuviese a bien reunirse con ellos y llegar a algún tipo de acuerdo.
Hablar
de He-Ho, es hablar de los recuerdos de
una juventud añorada en la que sin darnos cuenta (los jóvenes de aquellos
tiempos) vivíamos una época de opulencia. Y digo sin darnos cuenta porque es
ahora con la crisis que nos ha tocado vivir cuando echando la vista atrás descubrimos lo mucho que teníamos y que el paso del tiempo,
como es el caso de esta discoteca, hoy se nos muestras como el reflejo fiel de donde venimos y a donde hemos llegado.
Los veranos a finales de los de los años ’80 y principios de los ’90, eran inimaginables sin que la gente disfrutara lo mejor de las noches en He-Ho, aunque también para no faltar a la verdad el recorrido era en aquel momento mucho más amplio. Acuario, Skorpio, eran otras de las discotecas de moda de aquella época. Acuario hoy reconvertida en Blanca, aún aguanta el embate del tiempo y continúa activa más de 20 años después. Skorpio, por otro lado, terminó reconvertida en un supermercado.
Pero volvamos a He-Ho, una discoteca situada en un terreno de unos 11.000 m2 en la partida de Paichí. El local, estaba vestido con una decoración exquisita para su época y era visitado por aquel entonces por miles de personas en la temporada estival. Famosos, menos famosos, jóvenes y menos jóvenes, todos eran bienvenidos. La música era la que podríamos denominar como la más comercial del momento. Iluminación, sonido, gente guapa…era sin duda la mejor presentación para cualquiera de los turistas que visitaban nuestro municipio.
Para los ciudadanos locales que acudían a He-Ho, era una satisfacción personal el poder conocer al portero, al camarero etc., para intentar entrar sin pagar como mandaba esa regla no escrita, en la que los de casa no pagaban y al turista… Eran sin duda otros tiempos.
Pero no todo era de color rosa y finalmente las denuncias de los vecinos colindantes a la discoteca y molestos por el ruido que esta producía por encima de la normativa legal, hicieron mella en los primeros propietarios, quienes se vieron abocados al cierre de la misma.
Hoy, 20 años después, ya no hay porteros que te impidan la entrada y de hecho acceder es sumamente fácil, pues su estado ruinoso donde todo permanece abierto permite que esto se haga sin ninguna dificultad, lo que a su vez, ha terminado por convertir esto de forma involuntaria en una lugar tenebroso. La vegetación que cubre toda la construcción a su vez disimula desde fuera el verdadero aspecto interior. Una vez dentro lo que nos encontramos es tan solo el recuerdo de esa opulencia reconvertida ahora en decadencia.
Puestos en contacto con los actuales propietarios estos nos indicaron que "ojala se les permitiera reactivar la actividad o cualquier otra que diera trabajo y por tanto generar riqueza a la economía local". La principal dificultad con la que se encuentran en la actualidad es la negativa, al menos así lo ponían de manifiesto los propietarios, a que desde el consistorio se les conceda facilidades en la difícil traba burocrática, por lo que finalmente han tenido que desistir a realizar allí ninguna inversión, como la prevista de un centro comercial. Algo que por cierto estarían dispuestos a sentarse y retomar conversaciones si desde el consistorio tuviese a bien reunirse con ellos y llegar a algún tipo de acuerdo.











































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