cuando surge algún accidente desgraciado relacionado con la fiesta, es cuando entendemos el verdadero sentido del concepto de la seguridad
La "seguridad en las fiestas" es un ejercicio de responsabilidad
Desde el máximo respeto a la opinión ciudadana, es frecuente
el escuchar críticas ciudadanas relacionadas con seguridad y fiesta. Este
artículo no es una crítica, sino una llamada a la reflexión relacionada con la
seguridad en la fiesta.
Es el trabajo de los diferentes servicios que intervienen en
emergencias, socorro y seguridad, los que hacen que cada acto festivo, se
desarrolle sin incidencias en cada uno de los mismos. Y por ello, parece que
damos como obvio, que una fiesta es un acto normal, cuando es todo lo
contrario.
Cierto es que no se ha desarrollado la cultura de la
seguridad, dirigido a las nuevas asociaciones y entidades festeras, con la
finalidad de que tengan mayor conciencia de los problemas de ámbito
jurídico-legal que rodea la fiesta.
Por
otro lado, en todas las programaciones festeras, se encuentran actos tan
diversos como: disparos de arcabucería, espectáculos pirotécnicos, pasacalles,
verbenas o discomóviles, etc, todos ellos incrementan los riesgos de producirse
eventualidades o accidentes. Y es ahí donde el papel de los agentes de la
autoridad y de los propios organizadores de los actos de manera conjunta, deben
de velar por reducir o eliminar esos posibles riesgos, en aras de la seguridad
de las personas y de los bienes, en detrimento de otros intereses, sin perder
el elemento esencial de la fiesta.
Es
precisamente en este contacto de desarrollo de la programación de la fiesta,
donde muchas veces, el ejercicio de la autoridad de los agentes es a veces
incomprendido por parte de la ciudadanía, culpabilizándolos de la situación a
la que el ciudadano se ve sometido.
Este
binomio de seguridad y fiesta que desde el punto de vista policial es
inseparable, conlleva a que pueda originarse
en el caso de su incumplimiento o negligencia, el inicio de posibles responsabilidades por
lo que no podemos ni debemos dejar en manos de la irresponsabilidad ni de la
permisibilidad, la seguridad de nuestros vecinos y visitantes.
La
celebración de actos o manifestaciones de carácter lúdico como es el caso de
fiestas o similares, deben de presidir como paraguas de su libre ejercicio, el
cumplimiento de una serie de condiciones previas, así como también de velar
porque éstas, se cumplan en los términos establecidos en la autorización concedida.
Desgraciadamente
también junto a la fiesta, surgen “casos aislados” de actos incívicos que
provocan en muchos casos: alteraciones del orden público, miccionar en la vía
pública o daños al mobiliario urbano, que son a juicio de la ciudadanía, un
elemento distorsionador de la misma, que provoca que otros ciudadanos reclamen
sus derechos vulnerados ante la administración municipal.
Pero
cuando surge algún accidente desgraciado relacionado con la fiesta, es cuando
entendemos el verdadero sentido del concepto de la seguridad. Y es cuando se
empiezan a exigirse responsabilidades en todos los ámbitos.
Y es en
ese momento por lo general, cuando se trata de quitarse la mochila de la
responsabilidad, tratando de derivarla a otras instancias que tenían obligación
de velar por la misma o alegar desconocimiento de la obligación impuesta por la
norma.
Desde
el punto de vista conceptual de la actividad, estar de fiesta no significa en
modo alguno, hacer lo que uno quiera o el todo vale, sino lo que la ley le
permite. Y es aquí donde se inicia el divorcio entre fiesta y seguridad, puesto
que según el plano personal donde cada uno se ubique, entenderá dicho concepto
en uno u otro sentido. Libertad o restricción son posicionamientos que surgen
en torno a la misma.
En el preámbulo de la Ley 14/2010, de 3 de diciembre, de la
Generalitat, de Espectáculos. Públicos, Actividades Recreativas y
Establecimientos Públicos, se cita que: “En este marco, resulta obvio, no
obstante, que el sector que nos ocupa requiere y necesita de una regulación
práctica y moderna que sea acorde con las necesidades cambiantes que toda
sociedad presenta. Una regulación que fomente y promueva la iniciativa
particular sin perder de vista, básicamente, la necesidad de velar por el
interés general representado, en todo caso, por el principio de seguridad como
piedra angular del modelo.”
Fdo. Manuel Navarro Ribelles.
Delegado de personal de UGT Policía Local
Ayuntamiento de Teulada
Desde el máximo respeto a la opinión ciudadana, es frecuente el escuchar críticas ciudadanas relacionadas con seguridad y fiesta. Este artículo no es una crítica, sino una llamada a la reflexión relacionada con la seguridad en la fiesta.
Es el trabajo de los diferentes servicios que intervienen en emergencias, socorro y seguridad, los que hacen que cada acto festivo, se desarrolle sin incidencias en cada uno de los mismos. Y por ello, parece que damos como obvio, que una fiesta es un acto normal, cuando es todo lo contrario.
Cierto es que no se ha desarrollado la cultura de la seguridad, dirigido a las nuevas asociaciones y entidades festeras, con la finalidad de que tengan mayor conciencia de los problemas de ámbito jurídico-legal que rodea la fiesta.
Por otro lado, en todas las programaciones festeras, se encuentran actos tan diversos como: disparos de arcabucería, espectáculos pirotécnicos, pasacalles, verbenas o discomóviles, etc, todos ellos incrementan los riesgos de producirse eventualidades o accidentes. Y es ahí donde el papel de los agentes de la autoridad y de los propios organizadores de los actos de manera conjunta, deben de velar por reducir o eliminar esos posibles riesgos, en aras de la seguridad de las personas y de los bienes, en detrimento de otros intereses, sin perder el elemento esencial de la fiesta.
Es precisamente en este contacto de desarrollo de la programación de la fiesta, donde muchas veces, el ejercicio de la autoridad de los agentes es a veces incomprendido por parte de la ciudadanía, culpabilizándolos de la situación a la que el ciudadano se ve sometido.
Este binomio de seguridad y fiesta que desde el punto de vista policial es inseparable, conlleva a que pueda originarse en el caso de su incumplimiento o negligencia, el inicio de posibles responsabilidades por lo que no podemos ni debemos dejar en manos de la irresponsabilidad ni de la permisibilidad, la seguridad de nuestros vecinos y visitantes.
La celebración de actos o manifestaciones de carácter lúdico como es el caso de fiestas o similares, deben de presidir como paraguas de su libre ejercicio, el cumplimiento de una serie de condiciones previas, así como también de velar porque éstas, se cumplan en los términos establecidos en la autorización concedida.
Desgraciadamente también junto a la fiesta, surgen “casos aislados” de actos incívicos que provocan en muchos casos: alteraciones del orden público, miccionar en la vía pública o daños al mobiliario urbano, que son a juicio de la ciudadanía, un elemento distorsionador de la misma, que provoca que otros ciudadanos reclamen sus derechos vulnerados ante la administración municipal.
Pero cuando surge algún accidente desgraciado relacionado con la fiesta, es cuando entendemos el verdadero sentido del concepto de la seguridad. Y es cuando se empiezan a exigirse responsabilidades en todos los ámbitos.
Y es en ese momento por lo general, cuando se trata de quitarse la mochila de la responsabilidad, tratando de derivarla a otras instancias que tenían obligación de velar por la misma o alegar desconocimiento de la obligación impuesta por la norma.
Desde el punto de vista conceptual de la actividad, estar de fiesta no significa en modo alguno, hacer lo que uno quiera o el todo vale, sino lo que la ley le permite. Y es aquí donde se inicia el divorcio entre fiesta y seguridad, puesto que según el plano personal donde cada uno se ubique, entenderá dicho concepto en uno u otro sentido. Libertad o restricción son posicionamientos que surgen en torno a la misma.
En el preámbulo de la Ley 14/2010, de 3 de diciembre, de la Generalitat, de Espectáculos. Públicos, Actividades Recreativas y Establecimientos Públicos, se cita que: “En este marco, resulta obvio, no obstante, que el sector que nos ocupa requiere y necesita de una regulación práctica y moderna que sea acorde con las necesidades cambiantes que toda sociedad presenta. Una regulación que fomente y promueva la iniciativa particular sin perder de vista, básicamente, la necesidad de velar por el interés general representado, en todo caso, por el principio de seguridad como piedra angular del modelo.”
Fdo. Manuel Navarro Ribelles.
Delegado de personal de UGT Policía Local
Ayuntamiento de Teulada























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