Recuerdos de mi juventud
Luces amarillas y coches franceses
Este
recuerdo aterrizó en mi mente hace pocos días, mientras circulaba por la
carretera que une los núcleos urbanos de Teulada y Moraira.
En el
año 1985, estaba yo metido de lleno en plena “edad del pavo” –sobre esto ya
escribiremos en otro momento- , por tanto mis pensamientos estaban enfocados en
las noches de veranos a las salidas nocturnas. En esa época tuve una vespino de color rojo, que por supuesto iba
acompañada de su correspondiente pegatina de Snoopy. En fin como verán muy a la
moda de aquella época….Pero vamos a lo que vamos, que me estoy saliendo del
tema.
Las
luces amarillas, que hoy ya no se ven era una estampa habitual que significaba
que había llegado la época estival. Nuestras carreteras se llenaban de coches franceses con
aquellas poco habituales matriculas negras y sus característicos faros que
desprendían durante la noche ese color amarillento, que aun hoy en día pienso en
si los conductores de aquellos
automóviles, podían ver bien con esa iluminación tan escasa, porque
siempre me dio la sensación de lo contrario.
No mantengo en la memoria el momento en que de repente deje de verlas, si fue paulatino, si
fue de golpe…en realidad por más que lo intento desconozco cuando desaparecieron de la cotidianidad. Sin embargo casi treinta
años después mí memoria me las trae otra
vez de vuelta y cosa curiosa…las echo de
menos.
Es
entonces cuando en mi cabeza resuena la canción
de Alphaville, donde la letra entre
otras nos recuerda que el paraíso puede
esperar y que nosotros tan solo estamos mirando el cielo, afirmando además que nunca...decimos nunca. Donde tarde o
temprano el destino final es el mismo
para todos, puesto que todos nos iremos… y en algún momento se pregunta: ¿Por qué no
permanecemos jóvenes?
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Este
recuerdo aterrizó en mi mente hace pocos días, mientras circulaba por la
carretera que une los núcleos urbanos de Teulada y Moraira.
En el
año 1985, estaba yo metido de lleno en plena “edad del pavo” –sobre esto ya
escribiremos en otro momento- , por tanto mis pensamientos estaban enfocados en
las noches de veranos a las salidas nocturnas. En esa época tuve una vespino de color rojo, que por supuesto iba
acompañada de su correspondiente pegatina de Snoopy. En fin como verán muy a la
moda de aquella época….Pero vamos a lo que vamos, que me estoy saliendo del
tema.
Las luces amarillas, que hoy ya no se ven era una estampa habitual que significaba que había llegado la época estival. Nuestras carreteras se llenaban de coches franceses con aquellas poco habituales matriculas negras y sus característicos faros que desprendían durante la noche ese color amarillento, que aun hoy en día pienso en si los conductores de aquellos automóviles, podían ver bien con esa iluminación tan escasa, porque siempre me dio la sensación de lo contrario.
No mantengo en la memoria el momento en que de repente deje de verlas, si fue paulatino, si fue de golpe…en realidad por más que lo intento desconozco cuando desaparecieron de la cotidianidad. Sin embargo casi treinta años después mí memoria me las trae otra vez de vuelta y cosa curiosa…las echo de menos.
Es entonces cuando en mi cabeza resuena la canción de Alphaville, donde la letra entre otras nos recuerda que el paraíso puede esperar y que nosotros tan solo estamos mirando el cielo, afirmando además que nunca...decimos nunca. Donde tarde o temprano el destino final es el mismo para todos, puesto que todos nos iremos… y en algún momento se pregunta: ¿Por qué no permanecemos jóvenes?
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