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Viernes, 27 de Julio de 2012 Tiempo de lectura:
Una reflexión en voz alta

Controladores de la Zona Azul

[Img #10994]A sabiendas de que la Zona Azul, no suscita precisamente lo que se dice muchas alegrías a los ciudadanos permítame el lector hoy, compartir una reflexión en voz alta.

 

Si preguntáramos a pie de calle, la mayoría de las respuestas serían contrarias a este sistema de parking, que controla determinadas áreas  en muchas de las vías de nuestro municipio, así pues, no voy a  profundizar en la conocida como ORA sino en algo que para muchos de los conductores y ciudadanos  es la imagen que nos viene a la mente cuando  nos referimos a esta servicio que nos permite aparcar  en zonas con gran afluencia vehicular,  como son los trabajadores que reciben el apelativo de  “controladores”.

 

Es cierto que hay muchos tipos de trabajo que por sus determinadas características, para la percepción ciudadana en general, estos, se convierten en el blanco de sus críticas, entiéndase aquí por ejemplo a muchos de los funcionarios públicos - desde la Policía a puestos administrativos, etc.- o como también pudiera ser los  árbitros - en el ámbito deportivo - y sin ir más lejos cualquiera de los trabajadores que hoy nos atienden en las muchas oficinas bancarias y que hemos terminado convirtiéndolos  en los culpables de los males de nuestra situación actual. 

 

Me resulta chocante ver como siempre  el que menos culpa tiene, es precisamente al que se le señala con el dedo, cuando lo único que hacen estos trabajadores son recibir  las ordenes y cumplirlas  por miedo a perder sus trabajos y por tanto el sustento de sus familias. A la postre son los que finalmente cargan con nuestras iras. Por esto que hoy quiero ofrecer mi pequeño homenaje a  los trabajadores de la Zona Azul -haciéndolo extensivo al resto de trabajos mencionados- que poco más pueden hacer para mantener sus puestos de trabajo y soportar ser, como lo son a día de hoy, los malos de esta película....y me niego.

 

Me niego porque ellos -los controladores-  tan solo se limitan a realizar  su trabajo, con más o con menos acierto -todos somos personas- para  controlar que nuestros vehículos tengan en el salpicadero  el correspondiente tiquete que justifica el pago del tiempo que va a permanecer siendo el mínimo  0.25€  y el máximo 1.20€. Pero su trabajo no solo llega hasta ahí, al menos por el que le pagan sus nóminas oficiales, puesto que  también realizan otros trabajos por el que nadie les gratifica económicamente ni reciben las gracias de otros muchos ciudadanos que aquí sí que se ven realmente  beneficiados.


Cuando los turistas vienen a nuestro municipio, son estos controladores -por supuesto la Policía y otros trabajadores a pie de calle como los barrenderos, etc.-   los que en multitud de ocasiones les indican donde pueden encontrar por ejemplo la oficina de Turismo o  un determinado restaurante, donde pueden hacerse una copia de llaves, encontrar una lavandería, supermercado y un largo etc. de cuestiones que estos viajeros recién llegados, les plantean a diario y que estos trabajadores realizan sin pedir nada a cambio y las únicas gracias recibidas si acaso, son el de los turistas agradecidos por la ayuda.


Así pues sirva este escrito de agradecimiento público por su labor en la que de una forma u otra, forman parte del eslabón de la cadena que hace que nuestra economía continúe adelante pese a que los verdaderos culpables de esta crisis, no están detrás de un mostrador atendiendo al ciudadano o pateando las calles como hacen estos controladores o como los muchos funcionarios y trabajadores asalariados o por cuenta propia que día a día se las ven y se las desean para poder ganarse la subsistencia diaria y son señalados con el dedo como los responsables  de muchos de nuestros males, cuando la realidad es que este cáncer tiene unos culpables claros, sentados en grandes despachos, con su corte de  asesores, tomando decisiones que afectan a todos los ciudadanos viendo la realidad de otra manera gracias al cobro de sus sueldos astronómicos que les permite vivir en un mundo aparte. 

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