
Noticias de la Marina Alta
El Museo del Prado deposita su primer Sorolla en Alicante como homenaje a Rafael Altamira
El Museo de Bellas Artes Gravina (MUBAG) de Alicante incorpora por primera vez en su historia una obra de Joaquín Sorolla procedente del Museo Nacional del Prado. Se trata del retrato de Rafael Altamira y Crevea, pintado por el artista valenciano en 1886, y que permanecerá durante un año en la exposición permanente El siglo XIX. La colección a la luz, como parte del programa El Prado Extendido.
La presentación oficial del cuadro ha tenido lugar este lunes con la presencia del presidente de la Diputación de Alicante, Toni Pérez, impulsor de esta cesión, quien ha destacado el valor simbólico de la obra: “Refuerza el homenaje de la Diputación a la figura del gran humanista e historiador del que tan orgullosos nos sentimos, tanto por su contribución a la cultura como por su proyección internacional”.
El director del MUBAG, Jorge Soler, ha subrayado la relevancia de este depósito: “Estamos ante la primera pintura de Sorolla que se integra en el discurso expositivo del museo gracias a la colaboración con el Prado”. Con esta obra, el número total de piezas cedidas por la pinacoteca nacional al museo alicantino asciende a 29, de las cuales 27 se exhiben de forma permanente.
Según explicó la técnica del MUBAG Mª José Gadea, el retrato muestra a un joven Altamira, recién licenciado en Derecho, con un fondo neutro y una paleta de tonos oscuros, propios de la primera etapa de Sorolla, anterior a su luminismo más característico. El cuadro fue un regalo personal del pintor a su amigo, con quien mantendría una profunda amistad tras conocerse en Valencia.
El acto también contó con la presencia del diputado de Cultura Juan de Dios Navarro, representantes institucionales de El Campello, y los bisnietos del homenajeado, Ignacio y Javier Ramos Altamira.
Además, durante la jornada se formalizó la devolución de la obra Huérfanos, del pintor alcoyano Fernando Cabrera, tras su restauración en el Museo del Prado. Gracias al trabajo del equipo dirigido por Enrique Quintana, la obra recupera parte de su cromatismo original y revela detalles que hasta ahora eran apenas visibles.
El Museo de Bellas Artes Gravina (MUBAG) de Alicante incorpora por primera vez en su historia una obra de Joaquín Sorolla procedente del Museo Nacional del Prado. Se trata del retrato de Rafael Altamira y Crevea, pintado por el artista valenciano en 1886, y que permanecerá durante un año en la exposición permanente El siglo XIX. La colección a la luz, como parte del programa El Prado Extendido.
La presentación oficial del cuadro ha tenido lugar este lunes con la presencia del presidente de la Diputación de Alicante, Toni Pérez, impulsor de esta cesión, quien ha destacado el valor simbólico de la obra: “Refuerza el homenaje de la Diputación a la figura del gran humanista e historiador del que tan orgullosos nos sentimos, tanto por su contribución a la cultura como por su proyección internacional”.
El director del MUBAG, Jorge Soler, ha subrayado la relevancia de este depósito: “Estamos ante la primera pintura de Sorolla que se integra en el discurso expositivo del museo gracias a la colaboración con el Prado”. Con esta obra, el número total de piezas cedidas por la pinacoteca nacional al museo alicantino asciende a 29, de las cuales 27 se exhiben de forma permanente.
Según explicó la técnica del MUBAG Mª José Gadea, el retrato muestra a un joven Altamira, recién licenciado en Derecho, con un fondo neutro y una paleta de tonos oscuros, propios de la primera etapa de Sorolla, anterior a su luminismo más característico. El cuadro fue un regalo personal del pintor a su amigo, con quien mantendría una profunda amistad tras conocerse en Valencia.
El acto también contó con la presencia del diputado de Cultura Juan de Dios Navarro, representantes institucionales de El Campello, y los bisnietos del homenajeado, Ignacio y Javier Ramos Altamira.
Además, durante la jornada se formalizó la devolución de la obra Huérfanos, del pintor alcoyano Fernando Cabrera, tras su restauración en el Museo del Prado. Gracias al trabajo del equipo dirigido por Enrique Quintana, la obra recupera parte de su cromatismo original y revela detalles que hasta ahora eran apenas visibles.
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