
Noticias de la Marina Alta
Amadem advierte sobre los efectos del cannabis en el desarrollo del cerebro de los jóvenes
Aunque el uso del cannabis ha acompañado a la humanidad durante siglos, su creciente consumo entre jóvenes vuelve a poner sobre la mesa un debate necesario: ¿cómo afecta realmente al cerebro en desarrollo? Así lo plantea la psicóloga Luisina Davies, profesional de la asociación Amadem, en su último artículo, donde alerta de los riesgos neurológicos y emocionales vinculados al consumo recreativo de marihuana, especialmente entre adolescentes y adultos jóvenes.
Según datos de la ONU, cerca de 192 millones de personas en el mundo, de entre 15 y 64 años, consumen cannabis de forma recreativa. De ese total, un preocupante 35% tiene entre 18 y 25 años, un grupo en el que el cerebro todavía no ha alcanzado su plena madurez. Esto podría hacerlo especialmente vulnerable a los efectos a largo plazo de esta sustancia.
Davies explica que el principal componente psicoactivo del cannabis, el tetrahidrocannabinol (THC), actúa sobre receptores cerebrales involucrados en los mecanismos de recompensa y motivación. En términos prácticos, esto puede alterar el modo en que las personas toman decisiones o responden a estímulos, desarrollando patrones de comportamiento pasivos o dependientes del “premio inmediato”.
La psicóloga también subraya el vínculo entre el consumo de marihuana y la aparición de trastornos mentales graves en edades tempranas, como episodios psicóticos o esquizofrenia, especialmente en personas con predisposición genética. “El problema es que no podemos conocer con exactitud si somos portadores de esa predisposición. Por eso, lo más inteligente será cuidarnos siempre”, advierte.
Más allá de la información clínica, el artículo de Davies hace un llamado a la educación preventiva y a la promoción de la salud mental entre los jóvenes. “Necesitamos fomentar hábitos saludables, construir una buena gestión emocional y ayudar a nuestros adolescentes a tomar decisiones conscientes, informadas y responsables”, concluye.
Desde Amadem, entidad que trabaja por la salud mental en la Marina Alta, se insiste en la necesidad de reforzar los programas de prevención, especialmente en contextos escolares y familiares, para reducir el consumo de sustancias y promover entornos seguros para el desarrollo emocional y psicológico de las nuevas generaciones.
Aunque el uso del cannabis ha acompañado a la humanidad durante siglos, su creciente consumo entre jóvenes vuelve a poner sobre la mesa un debate necesario: ¿cómo afecta realmente al cerebro en desarrollo? Así lo plantea la psicóloga Luisina Davies, profesional de la asociación Amadem, en su último artículo, donde alerta de los riesgos neurológicos y emocionales vinculados al consumo recreativo de marihuana, especialmente entre adolescentes y adultos jóvenes.
Según datos de la ONU, cerca de 192 millones de personas en el mundo, de entre 15 y 64 años, consumen cannabis de forma recreativa. De ese total, un preocupante 35% tiene entre 18 y 25 años, un grupo en el que el cerebro todavía no ha alcanzado su plena madurez. Esto podría hacerlo especialmente vulnerable a los efectos a largo plazo de esta sustancia.
Davies explica que el principal componente psicoactivo del cannabis, el tetrahidrocannabinol (THC), actúa sobre receptores cerebrales involucrados en los mecanismos de recompensa y motivación. En términos prácticos, esto puede alterar el modo en que las personas toman decisiones o responden a estímulos, desarrollando patrones de comportamiento pasivos o dependientes del “premio inmediato”.
La psicóloga también subraya el vínculo entre el consumo de marihuana y la aparición de trastornos mentales graves en edades tempranas, como episodios psicóticos o esquizofrenia, especialmente en personas con predisposición genética. “El problema es que no podemos conocer con exactitud si somos portadores de esa predisposición. Por eso, lo más inteligente será cuidarnos siempre”, advierte.
Más allá de la información clínica, el artículo de Davies hace un llamado a la educación preventiva y a la promoción de la salud mental entre los jóvenes. “Necesitamos fomentar hábitos saludables, construir una buena gestión emocional y ayudar a nuestros adolescentes a tomar decisiones conscientes, informadas y responsables”, concluye.
Desde Amadem, entidad que trabaja por la salud mental en la Marina Alta, se insiste en la necesidad de reforzar los programas de prevención, especialmente en contextos escolares y familiares, para reducir el consumo de sustancias y promover entornos seguros para el desarrollo emocional y psicológico de las nuevas generaciones.
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