Juan Moll, la sonrisa que ilumina la gastronomía de Teulada Moraira
Juan Moll, el "maître" perfecto
En el corazón de Teulada Moraira, Juan Moll emerge como una figura emblemática, cuya vida se ha entretejido con la esencia misma de la hospitalidad y el servicio del sector hostelero y gastronómico. Criado en el Ravalet, hijo de María Mañet y Juan Moll, desde una edad temprana comprendió que su destino estaría ligado indisolublemente al arte de hacer felices a las personas. "De alguna manera, me di cuenta desde muy temprana edad que mi labor en la vida sería la de hacer felices a las personas", comparte Juan con un brillo nostálgico en sus ojos y por supuesto con su sempiterna sonrisa que tanto le caracteriza.
Y es que, para este gran profesional, considerado como el "maître" perfecto, la sencillez de llenar el estómago de alguien con un buen vino o una comida exquisita no es solo un acto de nutrición, sino uno de verdadera felicidad. Casi cinco décadas después, su pasión por el servicio no ha mermado; al contrario, se ha fortalecido.
La humildad, como piedra angular de su filosofía, le ha permitido navegar por el mundo de la gastronomía con una gracia inigualable. Recuerda una anécdota que ocurrió tras una conferencia en La Coruña, donde su sinceridad sobre el ego en la cocina generó revuelo. "Los jefes de sala deben tener mucha humildad para poder gestionar el ego de los grandes chefs", afirmó entonces, una verdad que resonó más allá de las paredes del auditorio. Esta declaración, aunque pudiera parecer controvertida, subrayó sin ninguna duda, la importancia de mantenerse fiel a uno mismo y a sus principios, incluso en un mundo a menudo dominado por figuras de autoridad imponentes.
El poder de la sonrisa
La sonrisa, ese gesto tan humano y gratuito, se convierte en una herramienta poderosa en manos de Juan Moll. Para él, es más que una simple expresión de cortesía; es un puente hacia la felicidad, un símbolo de bienvenida y comprensión. "En un restaurante lleno de gente... nada más que haya alguien que con una sonrisa te diga, disculpe, bienvenido", destaca el "maître" como este acto tan simple, puede transformar la experiencia de un cliente. La sonrisa, según Juan, es fundamental no solo en la interacción cara a cara, sino también en otros aspectos como bien pueda ser por poner un ejemplo: en la comunicación telefónica, donde su presencia puede sentirse a través de la voz, transmitiendo calor y bienvenida incluso sin contacto visual.
Ser un personaje reconocido a nivel internacional no ha cambiado a Juan Moll; ya sea en México, Suiza o cualquier otro lugar del mundo, sigue siendo la misma persona. Su trabajo va más allá de la auditoría de calidad o la formación de personal; es una ardua labor que consiste en transmitir conocimiento y pasión por la hospitalidad. La mención de ser "el mago de la sala" en la bullipedia de Ferran Adrià es un testimonio de su influencia y legado en el mundo de la gastronomía, pero para Juan, lo importante no es el reconocimiento, sino el impacto duradero de su trabajo.
Para Juan Moll, el aprendizaje es un viaje sin fin. La formación constante y la apertura para absorber tanto las buenas como las malas experiencias son clave para su crecimiento personal y profesional. "El fracaso se debe celebrar", afirma, convencido de que los mayores aprendizajes provienen de nuestros errores. Esta filosofía es lo que lo ha llevado a ser una figura tan respetada y querida en el sector sin olvidarnos de que, a través de su trabajo y su filosofía, Juan ilumina no solo los salones de los restaurantes, sino también los corazones de aquellos afortunados de cruzarse en su camino.
En Teulada Moraira y otros muchos rincones de todo el mundo, su legado como el "mago de la sala" perdurará, recordándonos la importancia de vivir el presente con intensidad y alegría, y de sonreír, siempre.
Juan Moll, el "maître" perfectoEn el corazón de Teulada Moraira, Juan Moll emerge como una figura emblemática, cuya vida se ha entretejido con la esencia misma de la hospitalidad y el servicio del sector hostelero y gastronómico. Criado en el Ravalet, hijo de María Mañet y Juan Moll, desde una edad temprana comprendió que su destino estaría ligado indisolublemente al arte de hacer felices a las personas. "De alguna manera, me di cuenta desde muy temprana edad que mi labor en la vida sería la de hacer felices a las personas", comparte Juan con un brillo nostálgico en sus ojos y por supuesto con su sempiterna sonrisa que tanto le caracteriza.
Y es que, para este gran profesional, considerado como el "maître" perfecto, la sencillez de llenar el estómago de alguien con un buen vino o una comida exquisita no es solo un acto de nutrición, sino uno de verdadera felicidad. Casi cinco décadas después, su pasión por el servicio no ha mermado; al contrario, se ha fortalecido.
La humildad, como piedra angular de su filosofía, le ha permitido navegar por el mundo de la gastronomía con una gracia inigualable. Recuerda una anécdota que ocurrió tras una conferencia en La Coruña, donde su sinceridad sobre el ego en la cocina generó revuelo. "Los jefes de sala deben tener mucha humildad para poder gestionar el ego de los grandes chefs", afirmó entonces, una verdad que resonó más allá de las paredes del auditorio. Esta declaración, aunque pudiera parecer controvertida, subrayó sin ninguna duda, la importancia de mantenerse fiel a uno mismo y a sus principios, incluso en un mundo a menudo dominado por figuras de autoridad imponentes.
El poder de la sonrisa
La sonrisa, ese gesto tan humano y gratuito, se convierte en una herramienta poderosa en manos de Juan Moll. Para él, es más que una simple expresión de cortesía; es un puente hacia la felicidad, un símbolo de bienvenida y comprensión. "En un restaurante lleno de gente... nada más que haya alguien que con una sonrisa te diga, disculpe, bienvenido", destaca el "maître" como este acto tan simple, puede transformar la experiencia de un cliente. La sonrisa, según Juan, es fundamental no solo en la interacción cara a cara, sino también en otros aspectos como bien pueda ser por poner un ejemplo: en la comunicación telefónica, donde su presencia puede sentirse a través de la voz, transmitiendo calor y bienvenida incluso sin contacto visual.
Ser un personaje reconocido a nivel internacional no ha cambiado a Juan Moll; ya sea en México, Suiza o cualquier otro lugar del mundo, sigue siendo la misma persona. Su trabajo va más allá de la auditoría de calidad o la formación de personal; es una ardua labor que consiste en transmitir conocimiento y pasión por la hospitalidad. La mención de ser "el mago de la sala" en la bullipedia de Ferran Adrià es un testimonio de su influencia y legado en el mundo de la gastronomía, pero para Juan, lo importante no es el reconocimiento, sino el impacto duradero de su trabajo.
Para Juan Moll, el aprendizaje es un viaje sin fin. La formación constante y la apertura para absorber tanto las buenas como las malas experiencias son clave para su crecimiento personal y profesional. "El fracaso se debe celebrar", afirma, convencido de que los mayores aprendizajes provienen de nuestros errores. Esta filosofía es lo que lo ha llevado a ser una figura tan respetada y querida en el sector sin olvidarnos de que, a través de su trabajo y su filosofía, Juan ilumina no solo los salones de los restaurantes, sino también los corazones de aquellos afortunados de cruzarse en su camino.
En Teulada Moraira y otros muchos rincones de todo el mundo, su legado como el "mago de la sala" perdurará, recordándonos la importancia de vivir el presente con intensidad y alegría, y de sonreír, siempre.
























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