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Teulada Moraira Digital
Martes, 16 de Noviembre de 2021 Tiempo de lectura:

Sin comercio y sin vida: la agonía del centro histórico de Teulada

Callejuelas que respiran historia pero que se quedan sin el motor del día a día, las tiendas de pueblo de siempre

Cualquier tiempo pasado fue mejor. La trama urbana del centro histórico de Teulada declarado Bien de Interés Cultural no es una excepción. En la actualidad en este callejero de entorno único, apenas sobreviven un escaso número de negocios abiertos. Antaño la villa tenía su principal actividad comercial en el denominado hoy, casco antiguo. Josefa Vallés y Vicenta Ivars, dos teuladinas conocedoras de la historia local, narran el periodo de una época no tan lejana. El negocio familiar, la mercería Caldo, convertida en testigo excepcional de la historia a través de varias generaciones, ha sobrevivido más de un siglo. Desafortunadamente todo llega a su fin. En poco más de año y medio, cuando Josefa se jubile, este icónico comercio cerrará sus puertas.

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Josefa Vallés, desde el mostrador de la mercería Caldo, negocio familiar que ha sobrevivido alrededor de siglo y medio a través de diversas generaciones es categórica: “Los grandes centros se lo han comido todo. A eso se le une que, sin actividad comercial, aquí pasa poca gente y el hecho de estar todo vacío, se convierte en un problema casi sin solución”.  

 

Este negocio centenario, difícil de datar, su fecha exacta se pierde en los tiempos, pronto, muy pronto bajará definitivamente sus persianas. Desafortunadamente esta singular tienda ‘de las de toda la vida’, se convertirá, como ya ocurrió con muchas otras, en el recuerdo de una época.  

 

Durante la entrevista y casi como si el destino lo hubiese querido, se unió a la conversación, Vicenta Ivars, con sus maravillosos 89 años bien llevados. Tomó asiento y con voz cálida y pausada, nos regaló a través de sus recuerdos, el mejor de los presentes que las personas mayores pueden ofrecernos: la memoria histórica de un pueblo.

 

[Img #34363]“Las tiendas que yo he conocido, empezando por la calle Cervantes, han sido, la de comestibles de Vicente Pallot; la de tejidos de Ricardo, que conocíamos como la Botiga; hubo otra tienda al lado también de comestibles, aunque duró poco tiempo, la de Lola; también en la misma calle, la carnicería de Juan Más Serra (Corona) y ya en la ‘Plaça del Porxes’ y frente al antiguo Ayuntamientohoy reconocida como Sala de Jurados y Justiciasestaba la panadería de la tía Vicenta (Petot) que después pasó a manos de Sapena”

 

Las descripciones de Vicenta saltaban en su memoria de una calle a la otra: “Ahora vayamos a la calle Colón, en el comienzo de la calle había una tienda de comestibles, la del tío Quico Simó, de apellido Malonda; un poquito más arriba estaba la del tío Miquel (La Gatera); frente ella estaba, que todavía hoy permanece, la panadería de Rafael que antes había sido de sus padres; en la calle de la Manegueta que ahora me parece que es Doctor Moll, estaba la oficina de Correos y aparte había una tienda de salazones de la tía María (Correu o Correueta)".

 

“Frente a la ermita de la Divina Pastora había una carnicería que se llamaba “Del Noi” y en la cuesta del Ayuntamiento también había otra tienda de salazones, era de Pepa Blasco, creo que antes la calle se llamaba Sant Josep, ahora no sé cómo se llama, porque como cambian los nombres”, la nostalgia invadía a Vicenta Caldo, y sus ojos brillaban acuosos. Sus recuerdos seguían llegando con fuerza y era el turno para el ‘Carrer de Dalt’.

 

“Por dónde comenzamos a ver…en la plaza frente a la Iglesia, estaba una pequeña tienda, la de Pedro, que vendía verduras y después estaba la carnicería de la tía María Teresa el Roig y el último en atenderla fue su nieto Pedro el Roig; frente a esta estaba la panadería de Francisco Roselló que más tarde fue adquirida por Roque, el padre de Rosita, aunque siempre fue conocida como la panadería del ‘carrer de Dalt’. Francisco tenía un cuñado que se iba a hacer la leña y todos decían que Andrés (el cuñado) era el que hacía el trabajo y Francisco era el ‘senyoret’, porque solo ponía el pan en el horno y lo sacaba”, recordaba con una sonrisa Vicenta Caldo como es conocida en la localidad.

 

En el casco antiguo existía otra mercería, “en el ‘carrer de dalt’ “había otra tienda como la nuestra era la tienda del francés, él era del pueblo, pero se había ido a Francia, allí se casaría y finalmente regresaría aquí. Tuvo el primer escaparate que hubo en el pueblo. Precisamente enfrente estaba la tienda de Juan y Enrique Sancho, vendían tejidos. Después en la plaza estaba la de ‘Parranda’ de salazones, que más tarde se convertiría en la Tabacalera de Teulada. Más adelante en la calle de la Divina Pastora estaba, todavía está, el ultramarinos de Baydal. También recuerdo que en la calle San Antonio, ahora no sé cómo se llamará había otra tienda de comestibles de la tía Anita (Puça). No me olvido en la calle de la ‘Correueta” de Pascual el zapatero y otra zapatería más en la calle Cervantes la de Francisco‘Caragol’, este hacía unos zapatos perfectos”.

 

“Mi pueblo era muy bonito” recordaba Vicenta, mientras un par de lágrimas resbalaban por sus mejillas. Aún tenía tiempo para inmortalizar en su memoria la escuela ‘nacional’ que había frente al antiguo Ayuntamiento. “Arriba iban las niñas y abajo los niños. Nuestra maestra se llamaba Doña Rosa y el maestro de los chicos se llamaba Don Pedro Tent de Benissa. Doña Rosa se casó con Juan (el Cabut) el que tenía la tienda de tejidos…después cuando quitaron las escuelas la ‘Gatera’ que estaba en la calle Colón, puso allí una tienda”

 

Vicenta, en su búsqueda de recuerdos hacía una pequeña parada en la calle San Buenaventura “allí estaba la tienda de la tía María (Gallinera) que vendía comestibles y verduras” y también hacía mención a la librería de Oller o el hostal justo enfrente. Su memoria, casi sin querer nos dibujaba una Teulada llena de vida, donde los negocios abiertos y el bullicio de las gentes en este casco antiguo era la normalidad vigente en aquellos tiempos.

 

Obviamente todo esto cambió cuando el motor económico de la población de aquel entonces como era la agricultura pasó a ser el turismo. Bastaron pocas décadas para que la práctica totalidad de los comercios del centro histórico cerraran sus puertas dejando un callejero vacío.

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La Teulada Gótica Amurallada

 

El centro histórico fue declarado como Bien de Interés Cultural (BIC) el 7 diciembre de 2007. Este hecho, al menos así lo detallaron entonces desde la administración pública, fue un gran reconocimiento legal destinado a la protección del patrimonio del municipio, concedido por el alto valor del conjunto histórico.

 

Pero lejos de ser un revulsivo y que, por tanto, se produjera ese cambio favorable, bajo la nomenclatura “La Teulada gótica amurallada”, la vida comercial en el casco antiguo ha mermado, casi hasta desaparecer. Esto es una realidad incontestable. Por desgracia, desde los distintos estamentos encargados de velar por la revitalización de este espacio único, no parecen haber dado con la solución.

 

¿Se podría revitalizar el casco antiguo? Esa pregunta la deben responder los políticos ya que depende en gran medida que las administraciones públicas se involucren si quieren que la villa vuelva a recupera el esplendor de antaño.

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