Editorial
¡Que lo haga el sursuncorda!
Hoy leí esta frase mientras navegaba en este océano de datos que inunda Internet: "Y a este discurso arrogante y fanático en el que desprecio abiertamente el criterio ajeno lo llamaré "mi humilde opinión".
He de confesar abiertamente que me encantan esas frases cortas, directas, sin explicaciones añadidas, aunque por otro lado no hago ascos a esas otras que de igual modo breves, dicen verdades como puños, pero por contra (en la mayoría de ocasiones) necesitan ser descifradas. Un ejemplo de esto último lo encontramos en la expresión: ¡Que lo haga el sursuncorda!
Derivada de la expresión «Sursum corda», se creó la palabra sursuncorda, que alude a un personaje anónimo de mucha importancia, en quien se delega todo lo que uno no quiere hacer o a quien no se está dispuesto a obedecer por mucha que sea su autoridad ("¡No voy allí aunque lo mande el sursuncorda!").
En cuántas ocasiones hemos pensado que lo que uno lleva entre manos bien podría hacerlo Fulanito, Menganito, Zutanito, Perencejo o Perico de los Palotes. ¿Muchas verdad?
Pues bien, sursuncorda está ahí para llenar un importante espacio, como es el que nos permite casi de soslayo, sin muchos aspavientos, dirigirnos a alguien en particular sin mayor necesidad que utilizar nuestro extenso y rico vocabulario castellano en el momento preciso.
Claro que visto desde fuera, el lector pudiera pensar que estas palabras son "un discurso arrogante y fanático en el que desprecio el criterio ajeno". De ningún modo. Esta reflexión tan solo es la "humilde opinión" de quien suscribe.
Vicente Bolufer
He de confesar abiertamente que me encantan esas frases cortas, directas, sin explicaciones añadidas, aunque por otro lado no hago ascos a esas otras que de igual modo breves, dicen verdades como puños, pero por contra (en la mayoría de ocasiones) necesitan ser descifradas. Un ejemplo de esto último lo encontramos en la expresión: ¡Que lo haga el sursuncorda!
Derivada de la expresión «Sursum corda», se creó la palabra sursuncorda, que alude a un personaje anónimo de mucha importancia, en quien se delega todo lo que uno no quiere hacer o a quien no se está dispuesto a obedecer por mucha que sea su autoridad ("¡No voy allí aunque lo mande el sursuncorda!").
En cuántas ocasiones hemos pensado que lo que uno lleva entre manos bien podría hacerlo Fulanito, Menganito, Zutanito, Perencejo o Perico de los Palotes. ¿Muchas verdad?
Pues bien, sursuncorda está ahí para llenar un importante espacio, como es el que nos permite casi de soslayo, sin muchos aspavientos, dirigirnos a alguien en particular sin mayor necesidad que utilizar nuestro extenso y rico vocabulario castellano en el momento preciso.
Claro que visto desde fuera, el lector pudiera pensar que estas palabras son "un discurso arrogante y fanático en el que desprecio el criterio ajeno". De ningún modo. Esta reflexión tan solo es la "humilde opinión" de quien suscribe.
Vicente Bolufer
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