Para ciclones lo de USA, estos son... un erutillo
(Esas cosillas que pasan al casarte con una norteamericana)
Yo
comprendo que para los norteamericanos esto de los huracanes es una
gran preocupación porque cuando les avisan que va a llegar uno, como que
me da que a los ancianitos se les cae la dentadura postiza; los negros
se ponen pálidos; los pálidos, negros; y en la calle aparecen varios
miles de peluquines, muletas, bastones, sillas de ruedas; y todos,
aunque sea a rastras, a toda pastilla a casa a pertrecharse y si es
preciso dentro de la nevera y a rezar, que lo de orar, tío, lo bordan,
con una fe…. ¡¡¡buah!!!
Yo lo entiendo, porque allí un ciclón es
eso, un ciclón-mogollón, y una vez que pasa hay como 100.000 tíos que se
han quedado sin casa, otros 7.000 que tienen que ir a buscar el coche a
las Malvinas, unos 3.000 que se fugan y búscame Macarena, y unos
cuantos que aprovechan el tsunami para hacer surf hasta Japón, que con
tal de batir récords y ser pioneros…. éstos… lo que sea.
Pero
aquí… vamos, aquí, teniendo en cuenta que los consejos que te da el Alto
Comisariado Civil con mando en plaza es que quites las macetitas de la
ventana, que no pases por debajo de ningún balconcillo y que si sales en
coche conduzcas con mucha precaución… pues lo de aquí, comparado con lo
de ellos es un airecillo, el erutillo de un bebé más o menos.
Por
eso hace unas semanas (para quienes no lo saben mi mujer es
indiamericana, de Ohio, de la tribu sioux) y como tiene ascendencia
militar…. pues ni que fuéramos marines preparando la Operación «Nadie va
a morir, John». Y, así, de repente, al entrar en casa me encontré con
comida para un regimiento, botellas de agua mineral, latas, no sé
cuantas velas y una linterna como para iluminar la catedral de Santiago.
Te
lo juro que si entro y veo a mi mujer con uniforme de Mayor y en vez de
bolsito floreado un subfusil, un plano de la casa con puntos azules en
donde cada uno tendría que parapetarse y un kit de supervivencia no me
extrañaría porque estaba todo tan perfectamente organizado…. hasta pensé
que no era mi casa… impecable, pero im-pe-ca-ble.
Cuando
pregunté que por qué tal abastecimiento, porque aquello parecía el
cuartel general de una avanzadilla en Afganistán, Veneatra Paynther (la
de Ohio) dio unas instrucciones precisas, concretas y muy claras de lo
que había que hacer cuando llegara el tifón, que yo no entendí ni una
porque me cogió tan de repente la inesperada instrucción paramilitar que
lo único que pasó por mi cabeza fue: «A que ahora se le va a ocurrir
tapiar todas las ventanas con maderas a martillazo limpio, a que se le
va ocurrir, a que se le va a ocurrir».
Y mientras arengaba a la
tropa yo me veía subiendo por unas escaleras, un martillo en la mano,
unos tablones que no hay dios que aguante con ellos y a lo bestia ¡¡¡
zas, zas, zas !!! hasta la extenuación con camisa de cuadritos.
Ante
tal preocupante pensamiento traté de explicarle que en España los
ciclones… eso, traté de explicarle; porque la Mayor Paynther se puso en
comunicación directa vía satélite con su familia en Estados Unidos, no
sé si para despedirse o para pedir órdenes directas del Pentágono, a la
vez que escuchaba la radio mientras yo entraba en Facebook para saber,
segundo a segundo, qué ocurría en tanto el ciclón se acercaba a
nosotros.
Al final, el ciclón en la aldea no hizo nada de nada,
los pajarillos siguieron con su trino tan felices ellos, Maruja y
Virtudes salieron para charlar un rato y hasta las vacas pastaron como
todos los días y miraban de reojo mosqueadas porque tenían hambre. Lo sé
porque para mí que me lo dijeron. Ya sé que dicen que las vacas no
hablan, pero para mí… por lo menos una sé que lo dijo seguro.
Bueno,
el caso es que no sé si en los próximos meses habrá más ciclones o,
incluso, un tornado, pero te lo juro que si alguien quiere un curso de
adiestramiento acelerado con armas convencionales para hacer frente a
una eventualidad así, ni Cuartel General de las Fuerzas Armadas, ni la
Academia Militar de Zaragoza, ni el Centro de Intervención Rápida de los
Geos, ahí no aprendes ná; que yo sepa solo hay un sitio con garantías y
con una hoja de ruta, mi casa, y disciplina férrea, la Mayor Paynther.
(Esas cosillas que pasan al casarte con una norteamericana)
Yo
comprendo que para los norteamericanos esto de los huracanes es una
gran preocupación porque cuando les avisan que va a llegar uno, como que
me da que a los ancianitos se les cae la dentadura postiza; los negros
se ponen pálidos; los pálidos, negros; y en la calle aparecen varios
miles de peluquines, muletas, bastones, sillas de ruedas; y todos,
aunque sea a rastras, a toda pastilla a casa a pertrecharse y si es
preciso dentro de la nevera y a rezar, que lo de orar, tío, lo bordan,
con una fe…. ¡¡¡buah!!!
Yo lo entiendo, porque allí un ciclón es
eso, un ciclón-mogollón, y una vez que pasa hay como 100.000 tíos que se
han quedado sin casa, otros 7.000 que tienen que ir a buscar el coche a
las Malvinas, unos 3.000 que se fugan y búscame Macarena, y unos
cuantos que aprovechan el tsunami para hacer surf hasta Japón, que con
tal de batir récords y ser pioneros…. éstos… lo que sea.
Pero
aquí… vamos, aquí, teniendo en cuenta que los consejos que te da el Alto
Comisariado Civil con mando en plaza es que quites las macetitas de la
ventana, que no pases por debajo de ningún balconcillo y que si sales en
coche conduzcas con mucha precaución… pues lo de aquí, comparado con lo
de ellos es un airecillo, el erutillo de un bebé más o menos.
Por
eso hace unas semanas (para quienes no lo saben mi mujer es
indiamericana, de Ohio, de la tribu sioux) y como tiene ascendencia
militar…. pues ni que fuéramos marines preparando la Operación «Nadie va
a morir, John». Y, así, de repente, al entrar en casa me encontré con
comida para un regimiento, botellas de agua mineral, latas, no sé
cuantas velas y una linterna como para iluminar la catedral de Santiago.
Te
lo juro que si entro y veo a mi mujer con uniforme de Mayor y en vez de
bolsito floreado un subfusil, un plano de la casa con puntos azules en
donde cada uno tendría que parapetarse y un kit de supervivencia no me
extrañaría porque estaba todo tan perfectamente organizado…. hasta pensé
que no era mi casa… impecable, pero im-pe-ca-ble.
Cuando
pregunté que por qué tal abastecimiento, porque aquello parecía el
cuartel general de una avanzadilla en Afganistán, Veneatra Paynther (la
de Ohio) dio unas instrucciones precisas, concretas y muy claras de lo
que había que hacer cuando llegara el tifón, que yo no entendí ni una
porque me cogió tan de repente la inesperada instrucción paramilitar que
lo único que pasó por mi cabeza fue: «A que ahora se le va a ocurrir
tapiar todas las ventanas con maderas a martillazo limpio, a que se le
va ocurrir, a que se le va a ocurrir».
Y mientras arengaba a la
tropa yo me veía subiendo por unas escaleras, un martillo en la mano,
unos tablones que no hay dios que aguante con ellos y a lo bestia ¡¡¡
zas, zas, zas !!! hasta la extenuación con camisa de cuadritos.
Ante
tal preocupante pensamiento traté de explicarle que en España los
ciclones… eso, traté de explicarle; porque la Mayor Paynther se puso en
comunicación directa vía satélite con su familia en Estados Unidos, no
sé si para despedirse o para pedir órdenes directas del Pentágono, a la
vez que escuchaba la radio mientras yo entraba en Facebook para saber,
segundo a segundo, qué ocurría en tanto el ciclón se acercaba a
nosotros.
Al final, el ciclón en la aldea no hizo nada de nada,
los pajarillos siguieron con su trino tan felices ellos, Maruja y
Virtudes salieron para charlar un rato y hasta las vacas pastaron como
todos los días y miraban de reojo mosqueadas porque tenían hambre. Lo sé
porque para mí que me lo dijeron. Ya sé que dicen que las vacas no
hablan, pero para mí… por lo menos una sé que lo dijo seguro.
Bueno,
el caso es que no sé si en los próximos meses habrá más ciclones o,
incluso, un tornado, pero te lo juro que si alguien quiere un curso de
adiestramiento acelerado con armas convencionales para hacer frente a
una eventualidad así, ni Cuartel General de las Fuerzas Armadas, ni la
Academia Militar de Zaragoza, ni el Centro de Intervención Rápida de los
Geos, ahí no aprendes ná; que yo sepa solo hay un sitio con garantías y
con una hoja de ruta, mi casa, y disciplina férrea, la Mayor Paynther.

























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