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Jueves, 30 de Enero de 2014 Tiempo de lectura:
A contracorriente

¿Sobrevivirá el PP?

Las mayores críticas a Mariano Rajoy y al Gobierno actual se las vengo oyendo no a personas de izquierdas, sino a los propios votantes del PP.

Las encuestas corroboran ese estado de ánimo y manifiestan el descrédito creciente del partido y de sus dirigentes. A éstos, al parecer, no les perturban estos resultados demoscópicos, ni la aparición de otros grupos políticos, como el de Ortega Lara, que le van a disputar su espacio electoral. También se muestran displicentes, de puertas hacia afuera, ante el guirigay interno en temas como el aborto o la financiación autonómica, la espantada de personajes como Vidal-Quadras o los evidentes signos de desafección del mismísimo José María Aznar.

Según ellos, se trata de episodios coyunturales que no mermarán la solidez de un partido al que recientemente han votado diez millones de españoles.

Precisamente son esos votantes quienes reflejan su desconcierto y su descontento ante un partido que incumple de manera clamorosa sus propuestas electorales, que perjudica con sus medidas económicas sobre todo a la antes sólida clase media, que ha permitido que la secesión de Cataluña sea casi inevitable y que no acaba de sacudirse de encima una corrupción política que ha llevado a la imputación de centenares de concejales, alcaldes, diputados económicos y otros altos cargos de la Administración.

¿No se dan cuenta de que poderosos partidos de otros tiempos llegaron a desaparecer por no hacer caso de tan evidentes señales de su deterioro?

Y no me refiero necesariamente al conocido caso de la UCD de Adolfo Suárez. Tenemos el ejemplo italiano, donde la corrupción política, la tangentópolis, liquidó a la omnipotente Democracia Cristiana y de paso a todos los partidos tradicionales, de izquierdas y de derechas.

Es verdad que esas ideologías vuelven a surgir electoralmente con otros programas y otras siglas, pero también con otros dirigentes. Resulta posible, pues, que los días del partido Popular, tal como le conocemos, estén contados. Quien dice días, puede decir unos pocos años, pero de aquel PP que presumía ser el regenerador de la vida política española no queda nada de nada.

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