Roma traditoribus non praemiat (Roma no paga a traidores)
La utilización de esta milenaria frase, da lugar a muchas interpretaciones y nos muestra que la historia del mundo, en todo esto tiempo, poco o nada ha cambiado.
Hay personas que creen por encima del bien y del mal. No son conscientes, que tan solo hay un único final posible, del mismo modo que los asesinos de Viriato, quienes cuando fueron a cobrar la recompensa por haberle dado muerte...terminaron encontrando la suya propia -por traidores-.
Casi
dos mil años de historia y no hemos aprendido nada. Bueno, sí, algo sí
hemos aprendido, y es que como dice una frase acuñada por Napoleón "Una cabeza sin memoria es como una fortaleza sin guarnición".
En la naturaleza del ser humano,
el tropezar con la misma piedra es algo habitual, y parece que nuestra
memoria de nada sirve cuando confiamos en las personas. Quizás sea una
necesidad el querer desde nuestro interior, seguir mostrando esa
confianza que justificamos como necesaria. Pero visto lo visto, los cantos de sirena se imponen finalmente, y nos dejamos llevar por esa fe que ponemos sobre nuestros semejantes en un momento determinado.
Tras la decepción, uno cree volverse más fuerte...pero ya les adelanto que esa sensación es mera ilusión. Es nuestro sino.
Al
menos nos queda el consuelo de que el tiempo, pone las cosas en su
sitio. La vida es así de curiosa y se convierte en una especie de juez
imparcial, a modo de Servilio Cepión (cónsul romano), quien ordeno la ejecución de los ursones Audax, Ditalcos y Minuros , cuando estos fueron a cobrar la recompensa prometida por Marco Pompilio por traicionar y asesinar a Viriato, principal caudillo lusitano, dejando para la historia aquella famosa frase de: Roma traditoribus non praemiat.
La utilización de esta milenaria frase, da lugar a muchas interpretaciones y nos muestra que la historia del mundo, en todo esto tiempo, poco o nada ha cambiado.
Hay personas que creen por encima del bien y del mal. No son conscientes, que tan solo hay un único final posible, del mismo modo que los asesinos de Viriato, quienes cuando fueron a cobrar la recompensa por haberle dado muerte...terminaron encontrando la suya propia -por traidores-.
Casi
dos mil años de historia y no hemos aprendido nada. Bueno, sí, algo sí
hemos aprendido, y es que como dice una frase acuñada por Napoleón "Una cabeza sin memoria es como una fortaleza sin guarnición".
En la naturaleza del ser humano,
el tropezar con la misma piedra es algo habitual, y parece que nuestra
memoria de nada sirve cuando confiamos en las personas. Quizás sea una
necesidad el querer desde nuestro interior, seguir mostrando esa
confianza que justificamos como necesaria. Pero visto lo visto, los cantos de sirena se imponen finalmente, y nos dejamos llevar por esa fe que ponemos sobre nuestros semejantes en un momento determinado.
Tras la decepción, uno cree volverse más fuerte...pero ya les adelanto que esa sensación es mera ilusión. Es nuestro sino.
Al
menos nos queda el consuelo de que el tiempo, pone las cosas en su
sitio. La vida es así de curiosa y se convierte en una especie de juez
imparcial, a modo de Servilio Cepión (cónsul romano), quien ordeno la ejecución de los ursones Audax, Ditalcos y Minuros , cuando estos fueron a cobrar la recompensa prometida por Marco Pompilio por traicionar y asesinar a Viriato, principal caudillo lusitano, dejando para la historia aquella famosa frase de: Roma traditoribus non praemiat.

























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