Aprendido en el ajedrez
La mejor escuela es la de la vida. Por eso, quien quiere aprender lo
hace con cualquier cosa. Por ejemplo, con el ajedrez. Alguien que hacia
el final de la partida se vea con superioridad en lo que al material se
refiere y tenga una posición dominante, puede querer terminar por la vía
y descuidar la defensa, cosa que puede ser aprovechada por el rival
para hacer un jaque mate fulminante. Claro que esto a un profesional no
le pasa. Ya ha aprendido esta lección y hasta es posible que la aplique
en su vida ordinaria.
Hay personas que nunca aprenderán nada,
porque su intención no es mejorar, sino sobrevivir. Conocí a una señora
de bastante edad, que presumía de socialista y actuaba con prepotencia. O
sea, lo que conviene a los poderosos. La única esperanza de los pobres
es que rija el imperio de la razón. Solía repetir esta coletilla: “Si
volviera a nacer sabiendo lo que ahora sé...”. Sócrates sabía que no
sabía nada.
Hay personas que nunca aprenderán nada. Cierto
figurón se sometió a una de esas sesiones de chat en las que los
lectores hacen preguntas. Uno de ellos le acusó de ser un chaquetero, y
el figurón respondió que sí y a mucha honra, porque se trata de una
estrategia para sobrevivir en un mundo hostil. Hay excusas para todo,
sólo me faltaría saber que esa estrategia incluye traiciones y villanías
varias, cuando son convenientes “para sobrevivir”.
Hay personas
que nunca aprenderán nada. Pueden haber leído varias veces los libros
más edificantes, escritos por los autores más virtuosos, y quizá hayan
aprendido de memoria capítulos enteros de esos libros, o sean capaces de
citar, sin consultar en ninguna parte, las frases más brillantes. Y
puede ocurrir que todo sea retórica y deseos de lucimiento mostrando
erudición. Lo que no harán será imitar a esos autores.
La mejor escuela es la de la vida. Por eso, quien quiere aprender lo
hace con cualquier cosa. Por ejemplo, con el ajedrez. Alguien que hacia
el final de la partida se vea con superioridad en lo que al material se
refiere y tenga una posición dominante, puede querer terminar por la vía
y descuidar la defensa, cosa que puede ser aprovechada por el rival
para hacer un jaque mate fulminante. Claro que esto a un profesional no
le pasa. Ya ha aprendido esta lección y hasta es posible que la aplique
en su vida ordinaria.
Hay personas que nunca aprenderán nada,
porque su intención no es mejorar, sino sobrevivir. Conocí a una señora
de bastante edad, que presumía de socialista y actuaba con prepotencia. O
sea, lo que conviene a los poderosos. La única esperanza de los pobres
es que rija el imperio de la razón. Solía repetir esta coletilla: “Si
volviera a nacer sabiendo lo que ahora sé...”. Sócrates sabía que no
sabía nada.
Hay personas que nunca aprenderán nada. Cierto
figurón se sometió a una de esas sesiones de chat en las que los
lectores hacen preguntas. Uno de ellos le acusó de ser un chaquetero, y
el figurón respondió que sí y a mucha honra, porque se trata de una
estrategia para sobrevivir en un mundo hostil. Hay excusas para todo,
sólo me faltaría saber que esa estrategia incluye traiciones y villanías
varias, cuando son convenientes “para sobrevivir”.
Hay personas
que nunca aprenderán nada. Pueden haber leído varias veces los libros
más edificantes, escritos por los autores más virtuosos, y quizá hayan
aprendido de memoria capítulos enteros de esos libros, o sean capaces de
citar, sin consultar en ninguna parte, las frases más brillantes. Y
puede ocurrir que todo sea retórica y deseos de lucimiento mostrando
erudición. Lo que no harán será imitar a esos autores.

























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