Viernes, 21 de Noviembre de 2025

Actualizada Viernes, 21 de Noviembre de 2025 a las 17:25:14 horas

Lunes, 08 de Julio de 2013 Tiempo de lectura:

Totalitarismo islámico

A contracorriente

El alivio occidental por la caída del islamista egipcio Mohamed Mursi contrasta con su apoyo indisimulado a los yihadistas que combaten a Bashir al Assad en Siria.

Ésta es una más de las contradicciones de los regímenes democráticos, que han aplaudido la caída de dictaduras laicas, como la del sha Reza Pahlevi en Irán y la de Sadam Hussein en Irak, para ser sustituidas por el extremismo religioso chií o por la sangrienta inestabilidad del terrorismo. Ya me dirán dónde están los cacareados beneficios para la población, al igual que en la Libia post-Gadafi, convertida en un permanente polvorín.

El final de la llamada primavera árabe no parece, pues, muy prometedor. En algunos países, como Túnez, la dictadura del corrupto Ben Alí no pudo acabar en su día con el espíritu cívico de la población ni con los derechos de la mujer, inimaginables en el resto de los países musulmanes. Ahora, en cambio, el nuevo Gobierno pretende aprobar una Constitución islámica y excluyente.

Por eso, la tutela militar de la democracia, como sucede  ahora en Egipto, casi parece inevitable. Sucedió en Argelia, donde el ejército anuló la victoria electoral del Frente Islámico de Salvación y otorgó la presidencia del país a Abdelaziz Bouteflika, un histórico de la independencia frente a los franceses.

Pero el modelo se remonta a la Turquía de Kemal Ataturk, un militar visionario y autócrata que en el lejano 1922 abolió por la brava la teocracia, impuso el sistema métrico y el alfabeto romano, prohibió la vestimenta religiosa en público y equiparó los derechos de la mujer a los del hombre. De distintas formas, desde entonces, el ejército turco modela la vida política para controlar la intolerancia islámica.

¿Nos hallamos ante una limitación de la democracia? Por supuesto que sí, según nuestros parámetros occidentales. Sin embargo, hay quienes equiparan el extremismo islámico a otras doctrinas totalitarias, como el fascismo o el nazismo, que llegaron al poder mediante elecciones democráticas precisamente para abolir la democracia.

Por eso, algunos se preguntan: de haberse evitado por la fuerza la ascensión de Hitler, ¿no se habrían ahorrado millones de muertos en una Europa sometida a la destrucción y la barbarie?
Planteada así, la cuestión no deja de ser inquietante.   

Comentarios
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.21

Todavía no hay comentarios

Quizás también te interese...

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.