No me siento bien
En esos espacios publicitarios en los que también emiten alguna
noticia: los “telediarios”, y tras un anuncio de El Corte Inglés con la
canción de Hombres G, “Me siento bien” se nos daban más detalles de la
terrible tragedia en la lejana república de Bangladesh. Allí se produjo
el derrumbe de una fábrica textil que hoy sabemos se ha llevado consigo a
más de mil cien personas (datos provisionales) la mayoría mujeres que
trabajaban bajo pésimas condiciones para “reputadas” firmas como Mango,
Wall Mart, Benetton y también, sí, El Corte Inglés.
La noticia
pese a su gravedad ha sido como mucho un pequeño chinazo en el
parabrisas blindado de la sociedad consumista en la que vivimos.
Sociedad en la que empresas como estas son responsables del cierre de
fábricas aquí y de condiciones de semiesclavitud en Asia y África.
Deslocalización industrial lo llaman.
Se puede establecer cierto
paralelismo con el dramático incendio de la fábrica textil “Triangle
Shirtwaist” de Nueva York que causó la muerte de 126 personas (la
mayoría chicas jóvenes) en Marzo de 1911 y que tuvo destacables
consecuencias como la consecución de una legislación sensiblemente más
protectora con los trabajadores, e incluso la celebración a partir de
entonces el Día Internacional de la Mujer Trabajadora ( Hoy llamado Día
Internacional de la Mujer).
Las consecuencias aquí, se preveen
mucho más tibias. En el caso de Bangladesh, la policía de aquel país,
detuvo inmediatamente a doce encargados de diferentes fábricas del
edificio, ya que los mismos sabían de las deficiencias estructurales de
la construcción y pese a ello obligaron a continuar trabajando a los
empleados.
Pero la verdadera cuestión es ¿Quién detiene y juzga a
los directivos de las multinacionales implicadas en la tragedia,
auténticos responsables de esta situación?
Nadie. Volviendo a
nuestro país, los únicos “empresarios textiles” que tienen que correr
delante de la policía son los chicos del top-manta que cometen el delito
de vender imitaciones de estas tan distinguidas y respetables marcas.
Porca miseria.
En esos espacios publicitarios en los que también emiten alguna
noticia: los “telediarios”, y tras un anuncio de El Corte Inglés con la
canción de Hombres G, “Me siento bien” se nos daban más detalles de la
terrible tragedia en la lejana república de Bangladesh. Allí se produjo
el derrumbe de una fábrica textil que hoy sabemos se ha llevado consigo a
más de mil cien personas (datos provisionales) la mayoría mujeres que
trabajaban bajo pésimas condiciones para “reputadas” firmas como Mango,
Wall Mart, Benetton y también, sí, El Corte Inglés.
La noticia
pese a su gravedad ha sido como mucho un pequeño chinazo en el
parabrisas blindado de la sociedad consumista en la que vivimos.
Sociedad en la que empresas como estas son responsables del cierre de
fábricas aquí y de condiciones de semiesclavitud en Asia y África.
Deslocalización industrial lo llaman.
Se puede establecer cierto
paralelismo con el dramático incendio de la fábrica textil “Triangle
Shirtwaist” de Nueva York que causó la muerte de 126 personas (la
mayoría chicas jóvenes) en Marzo de 1911 y que tuvo destacables
consecuencias como la consecución de una legislación sensiblemente más
protectora con los trabajadores, e incluso la celebración a partir de
entonces el Día Internacional de la Mujer Trabajadora ( Hoy llamado Día
Internacional de la Mujer).
Las consecuencias aquí, se preveen
mucho más tibias. En el caso de Bangladesh, la policía de aquel país,
detuvo inmediatamente a doce encargados de diferentes fábricas del
edificio, ya que los mismos sabían de las deficiencias estructurales de
la construcción y pese a ello obligaron a continuar trabajando a los
empleados.
Pero la verdadera cuestión es ¿Quién detiene y juzga a
los directivos de las multinacionales implicadas en la tragedia,
auténticos responsables de esta situación?
Nadie. Volviendo a
nuestro país, los únicos “empresarios textiles” que tienen que correr
delante de la policía son los chicos del top-manta que cometen el delito
de vender imitaciones de estas tan distinguidas y respetables marcas.
Porca miseria.

























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