tenemos la creencia de que pedir ayuda es signo de debilidad
Pídeme que te pida
Llegar a
nuestro destino, realizar una nueva tarea, buscar aquello que no
encontramos….en todas estas situaciones el resultado esperado llegaría mucho
antes si pidiésemos ayuda a aquella persona que sabemos que nos puede ayudar.
Generalmente,
nos encontramos con una gran incapacidad para pedir ayuda a cualquier persona,
y cuando hablo de incapacidad no me refiero a su sentido estricto, sino a que
escondemos nuestra habilidad para poder realizar esa acción, igual que ocurre
cuando tenemos miedo, hambre u otra emoción innata que el ser humano tiene.
¿Por qué
nos resulta tan difícil pedir ayuda?
No pedimos
ayuda por varias razones, pero voy a resaltar dos de ellos, ya que se tratan de
dos motivos inconscientes, es decir las personas la mayoría de ocasiones no
percibimos que la causa por la cual no pedimos ayuda sea por uno de estos dos
motivos.
El primero
es porque socialmente tenemos la creencia de que pedir ayuda es signo de
debilidad. Las personas en muchas ocasiones preferimos sortear los obstáculos de la vida valiéndonos
únicamente de nosotros mismos y protegernos con la coraza de nuestra
autosuficiencia.
De hecho,
nos basamos únicamente en percibir el
deseo de autosuficiencia constante. Entendemos autosuficiencia como la condición de quien se basta a sí
mismo, que no necesita de nadie más.
El segundo motivo es por el miedo al rechazo, es decir el
temor a pedir ayuda y que a la persona que se la solicites no quiera dártela.
Ante esa situación las personas nos sentimos tremendamente humillados ya que en
ese momento sentimos una de las emociones más negativas socialmente, la
vergüenza.
Es por ello que para ambos motivos el secreto reside en la
humildad, es decir en tener la virtud de saber conocer nuestras propias
limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a ellas, en realidad es
simplemente la ausencia de soberbia.
Deshazte de la soberbia y recorre
humildemente el camino de la vida.
Carolina Vallés Martí
Psicóloga. Máster en trastornos
de la conducta alimentaria y trastornos de personalidad
Llegar a nuestro destino, realizar una nueva tarea, buscar aquello que no encontramos….en todas estas situaciones el resultado esperado llegaría mucho antes si pidiésemos ayuda a aquella persona que sabemos que nos puede ayudar.
Generalmente, nos encontramos con una gran incapacidad para pedir ayuda a cualquier persona, y cuando hablo de incapacidad no me refiero a su sentido estricto, sino a que escondemos nuestra habilidad para poder realizar esa acción, igual que ocurre cuando tenemos miedo, hambre u otra emoción innata que el ser humano tiene.
¿Por qué nos resulta tan difícil pedir ayuda?
No pedimos ayuda por varias razones, pero voy a resaltar dos de ellos, ya que se tratan de dos motivos inconscientes, es decir las personas la mayoría de ocasiones no percibimos que la causa por la cual no pedimos ayuda sea por uno de estos dos motivos.
El primero
es porque socialmente tenemos la creencia de que pedir ayuda es signo de
debilidad. Las personas en muchas ocasiones preferimos sortear los obstáculos de la vida valiéndonos
únicamente de nosotros mismos y protegernos con la coraza de nuestra
autosuficiencia.
De hecho, nos basamos únicamente en percibir el deseo de autosuficiencia constante. Entendemos autosuficiencia como la condición de quien se basta a sí mismo, que no necesita de nadie más.
El segundo motivo es por el miedo al rechazo, es decir el temor a pedir ayuda y que a la persona que se la solicites no quiera dártela. Ante esa situación las personas nos sentimos tremendamente humillados ya que en ese momento sentimos una de las emociones más negativas socialmente, la vergüenza.
Es por ello que para ambos motivos el secreto reside en la humildad, es decir en tener la virtud de saber conocer nuestras propias limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a ellas, en realidad es simplemente la ausencia de soberbia.
Deshazte de la soberbia y recorre
humildemente el camino de la vida.
Carolina Vallés Martí
Psicóloga. Máster en trastornos
de la conducta alimentaria y trastornos de personalidad

























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