Hay que ser realistas con aquello que nos marcamos
Desear es esperar, luchar es lograr
Bajar de peso, dejar de fumar, ir al gimnasio, ser más
puntual, aprender inglés… estos son entre otros los propósitos que cada año se
repiten entre la mayoría de la gente, allá por principios de año, con la
intención de crecer, mejorar como personas y sentirnos mejor con nosotros
mismos.
Empezamos un año e intentamos dar carpetazo a todo aquello
que hemos hecho durante el año anterior. Enero tras enero esperamos de ese año
aquello que durante años atrás no hemos podido conseguir y es que muchos de los
propósitos se repiten año tras año y al final no somos capaces de cumplirlos y
es cuando lo que fueron propósitos para el año anterior se convierten en
propósitos para el año nuevo y con ello, vuelta a empezar.
¿Por qué no conseguimos cumplir los propósitos?
El hecho de proponer cambios en nuestro modo de vida o en
nuestros hábitos denota una predisposición al cambio, a alcanzar o querer
conseguir aquello que hará sentirnos mejor.
Generalmente caemos en el error de marcar unos propósitos
que conllevan unas metas casi inalcanzables y unos resultados a largo tiempo.
Hay que ser realistas con aquello que nos marcamos y saber donde se encuentran
nuestros límites.
Por ejemplo, si nunca he ido al gimnasio el hecho de
proponerme ir 5 días a la semana puede que dificulte poder conseguir mi
propósito; es por ello que hay que marcar propósitos razonables, es decir
proponer metas alcanzables y que nos aporten resultados con mayor brevedad para
así poder incrementar nuestra motivación y mantener la constancia.
Entendemos la constancia como un esfuerzo continuado, como
la firmeza y perseverancia del ánimo en las resoluciones y en los propósitos.
Es decir, luchar por aquello que queremos conseguir pese a las adversidades que
se nos presente, para así poder conseguir la felicidad que nos aporta este
cambio.
Para llegar a alcanzar la meta, cae, levántate y lucha.
Carolina Vallés Martí
Psicóloga. Máster en trastornos
de la conducta alimentaria y trastornos de personalidad
Bajar de peso, dejar de fumar, ir al gimnasio, ser más
puntual, aprender inglés… estos son entre otros los propósitos que cada año se
repiten entre la mayoría de la gente, allá por principios de año, con la
intención de crecer, mejorar como personas y sentirnos mejor con nosotros
mismos.
Empezamos un año e intentamos dar carpetazo a todo aquello que hemos hecho durante el año anterior. Enero tras enero esperamos de ese año aquello que durante años atrás no hemos podido conseguir y es que muchos de los propósitos se repiten año tras año y al final no somos capaces de cumplirlos y es cuando lo que fueron propósitos para el año anterior se convierten en propósitos para el año nuevo y con ello, vuelta a empezar.
¿Por qué no conseguimos cumplir los propósitos?
El hecho de proponer cambios en nuestro modo de vida o en nuestros hábitos denota una predisposición al cambio, a alcanzar o querer conseguir aquello que hará sentirnos mejor.
Generalmente caemos en el error de marcar unos propósitos
que conllevan unas metas casi inalcanzables y unos resultados a largo tiempo.
Hay que ser realistas con aquello que nos marcamos y saber donde se encuentran
nuestros límites.
Por ejemplo, si nunca he ido al gimnasio el hecho de proponerme ir 5 días a la semana puede que dificulte poder conseguir mi propósito; es por ello que hay que marcar propósitos razonables, es decir proponer metas alcanzables y que nos aporten resultados con mayor brevedad para así poder incrementar nuestra motivación y mantener la constancia.
Entendemos la constancia como un esfuerzo continuado, como la firmeza y perseverancia del ánimo en las resoluciones y en los propósitos. Es decir, luchar por aquello que queremos conseguir pese a las adversidades que se nos presente, para así poder conseguir la felicidad que nos aporta este cambio.
Para llegar a alcanzar la meta, cae, levántate y lucha.
Carolina Vallés Martí
Psicóloga. Máster en trastornos
de la conducta alimentaria y trastornos de personalidad

























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