el tribalismo está extendido por todo el mundo
La tribu
![[Img #13012]](upload/img/periodico/img_13012.jpg)
Los
hay que son incapaces de navegar por el mar de la duda. Hay que
reconocer que es difícil. Se trata de navegar por un, a menudo,
embravecido mar sobre una rudimentaria balsa de troncos. Esta pobre
embarcación no ayuda a hacer amigos. Pero hay que recordar que la
duda ofrece ventajas insoslayables. Por ejemplo, para hacer cualquier
mal a otra persona hay que procurarse algunas certezas; de otro modo
es imposible. Quien navega en la duda, aunque con respecto a alguien
no le quepa ninguna duda, duda.
Quienes
no se atreven a dudar no tienen más remedio que ingresar en una
tribu. No hay otra opción. La tribu ofrece certezas en las que uno
se puede apoyar, y hasta esconder si se da la necesidad. Las tribus
ofrecen una serie de ventajas que algunos son incapaces de rechazar.
Las
hay sofisticadas que sus miembros parecen dandis, y en sus perfectas
vestiduras no se puede encontrar ni una mota de polvo. Si se venden,
y puesto que no son capaces de ir en la balsa de la duda tampoco cabe
pensar que sepan rechazar un soborno, dicen que lo hacen por
cantidades millonarias. No es cierto. Quien se vende por un billón,
puesto en situación extrema, también lo hace por un céntimo.
Otras
tribus son más bastas. Lo suyo es el poder, el que tengan, y la
jactancia. Se jactan de su pertenencia a la tribu y ésta les importa
más que la justicia, la nobleza de carácter, o cualquier otra cosa
que les merezca simpatía. Porque sí que les gusta la justicia, o
eso dicen, pero primero está la tribu.
En
realidad, el tribalismo está extendido por todo el mundo, y son
pocos los que con grandes esfuerzos logran escapar de él y subirse a
una balsa. El sentimiento tribal es el germen de los nacionalismos y
en este momento crucial de la humanidad, en el que tantas cosas están
cambiando, es urgente que lo abandone cuanta más gente mejor, para
que los cambios de la humanidad no sean a peor.
![[Img #13012]](upload/img/periodico/img_13012.jpg)
Los
hay que son incapaces de navegar por el mar de la duda. Hay que
reconocer que es difícil. Se trata de navegar por un, a menudo,
embravecido mar sobre una rudimentaria balsa de troncos. Esta pobre
embarcación no ayuda a hacer amigos. Pero hay que recordar que la
duda ofrece ventajas insoslayables. Por ejemplo, para hacer cualquier
mal a otra persona hay que procurarse algunas certezas; de otro modo
es imposible. Quien navega en la duda, aunque con respecto a alguien
no le quepa ninguna duda, duda.

























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